VALDEJALÓN

Calatorao urge el desalojo de otra casa en la que viven una veintena de inmigrantes

Los alcaldes de Valdejalón piden más ayuda para atajar un problema que les sobrepasa. En Ricla, decenas de casetas de campo, chabolas y bodegas continúan ocupadas.

Decenas de inmigrantes malviven en chabolas, casetas de campo y viviendas ocupadas. El episodio ha vuelto a repetirse esta semana en la comarca de Valdejalón. Primero en La Almunia y Épila y, ahora, en Calatorao y Ricla. La solución es complicada y las autoridades locales no saben cómo abordar una situación que les sobrepasa. En Calatorao, el Ayuntamiento espera que se proceda al desalojo de una casa del Casco Histórico donde viven una veintena de rumanos. Lo mismo ocurre en Ricla, donde hay otro asentamiento, esta vez en chabolas.


El alcalde de Calatorao y presidente de la comarca de Valdejalón, Jesús María Isla, asegura que se solicitó el desalojo de esta vivienda a finales de julio "porque no reúne condiciones de habitabilidad". Sin embargo, este todavía no se ha llevado a cabo y, por eso, han solicitado el apoyo de la subdelegación del Gobierno en Aragón.


Se trata de la casa vacía de un particular en la que malviven una veintena de personas, aunque la cifra fluctúa según la hora a la que se llegue. "Cuando estuvieron los de Servicios Sociales, era por la mañana y muchos no estaban porque habían ido a trabajar", añade el alcalde.


En el caso de Ricla, la situación no por ser habitual ha dejado de ser preocupante. Las bodegas se ocupan y, aunque han tabicado las puertas en varias ocasiones, estas vuelven a derribarse y a ser ocupadas. Los propietarios ya no saben qué hacer y la situación vuelve a poner en jaque a los ayuntamientos, que tampoco saben cómo abordar un problema que se repite cada verano.


El teniente de alcalde de Ricla, Santiago Traín, asegura que este año hay menor volumen de inmigrantes. Unas cosechas diezmadas y una mayoría de agricultores que contrata legalmente a sus trabajadores (sobre todo después de la agilización de los trámites para contratar a rumanos y búlgaros) parecen ser las causas de esta disminución en el número.


Y eso se nota en las viviendas ocupadas. No obstante, estas siguen siendo un hecho. "A través de la comarca se habilitan duchas y se dan algunos vales de comida", comenta Traín. "Del resto, no tenemos medios para hacer nada", añade. Y esa indefensión es también la que sienten los propietarios de las casetas ocupadas, que tampoco saben cómo poner fin al problema.


En La Almunia y Épila


El pasado martes, los agentes de la Guardia Civil tuvieron que desalojar una nave particular y varias casetas, que fueron derribadas con una pala del Ayuntamiento. La mayoría de ellos estaban en la nave más grande, ubicada en la carretera que une La Almunia con Calatorao. Se llevó a cabo de forma totalmente pacífico y no hubo ningún altercado. De hecho, ni siquiera tuvo que intervenir el Grupo Rural de Seguridad (GRS).


Un día después, la veintena de inmigrantes de origen rumano y búlgaro que habían ocupado una semana antes una nave agrícola en Épila abandonaron las instalaciones motu proprio. Los inmigrantes allí alojados aseguraban que intentaban buscar un empleo en la recogida de fruta y si no lo hacían, marcharían hacia Valencia, lugar que ya conocían.


Como ocurre en todas las campañas agrícolas, la presencia de infraviviendas sigue siendo un hecho. La entrada en la Unión Europea de Rumanía y Bulgaria permitió que los ciudadanos de estos países puedan residir legalmente en cualquier estado comunitario. Aunque encontrar un trabajo por cuenta ajena es más complicado.


Esta situación hizo que, el pasado año, los problemas con los alojamientos para temporeros se repitieran. En lo que va de verano, las incidencias han sido menores, aunque siguen existiendo, sobre todo en la comarca de Valdejalón, una de las más importantes en la recogida de fruta.