PIRINEOS

Un desprendimiento de rocas corta el Eje Pirenaico

Las máquinas tendrán que trabajar varios días entre las localidades sobrarbenses de Lacort y La Cabezonada para despejar la vía. Un desvío alternativo evitó las retenciones.

Un desprendimiento de rocas de gran tamaño sobre la calzada de la carretera N-260 (Eje Pirenaico) a su paso por el término municipal de La Fueva cortó ayer por completo la citada vía. El aviso se dio sobre las 09.00 y rápidamente se desplazaron hasta allí operarios de Carreteras y agentes de la Guardia Civil de Tráfico, que dieron paso a los vehículos por el desvío alternativo que se estableció a 100 metros del lugar en ambos sentidos, utilizando la carretera antigua que discurre paralela a este tramo, por lo que no se produjeron retenciones.


El deslizamiento de la ladera se produjo en el punto kilométrico 417,500 de la carretera que une Portbou y Sabiñánigo, entre los núcleos sobrarbenses de Lacort y La Cabezonada. La gran cantidad de piedras caídas obstruyó totalmente la calzada a lo largo de más de 20 metros.


Según comentó José Ángel Fumanal, que regenta un restaurante en Lacort, a menos de un kilómetro del lugar donde se produjo el desprendimiento, la voz de alarma la dio el conductor de una furgoneta de reparto que, debido a la niebla y la lluvia, no se percató del incidente y llegó a chocar con las rocas, aunque su vehículo apenas sufrió daños.


La lluvia, posible causa


Precisamente la lluvia podría ser la causa de este suceso, puesto que durante la noche del lunes cayeron en la zona unos 40 litros por metro cuadrado, recordó Fumanal. En esta parte de la N-260, incluida en el tramo Aínsa-Campo y que se inauguró hace menos de cinco años, se realizaron voladuras durante las obras, por lo que no se descarta que "el agua haya entrado por las grietas y por eso se haya desprendido la pared", explicó este vecino.


Sobre las 11.00 comenzaron los trabajos para intentar dejar la vía expedita cuanto antes, aunque previsiblemente las labores de limpieza se prolongarán al menos hasta mañana, puesto que algunas de las rocas que invaden la calzada son de gran tamaño y deben ser picadas para transportarlas. A última hora de la tarde continuaban en la zona cuatro camiones de gran tonelaje y dos máquinas que retiraban los escombros. Pasado el mediodía, ya se había despejado uno de los carriles, pero no se dio paso alternativo puesto que los operarios y la maquinaria seguían ocupando toda la calzada. "Hay mucha faena que hacer", aseguró José Ángel Fumanal.