COMUNIDAD DE CALATAYUD

Mara recibe cientos de visitantes en la sexta edición de la fiesta de los Idus

Esta celebración recuerda que los romanos adelantaron el inicio del año de marzo a enero para evitar que la guerra contra la ciudad celtibérica de Segeda fuera en invierno.

Como vienen haciendo desde hace seis años, los vecinos de Mara celebraron ayer los Idus de marzo, un episodio de la historia que cambió el calendario. Hasta hace un tiempo, pocos conocían esta localidad de la ribera del Perejiles, donde la muralla que construyeron sus antepasados romanos modificó el control del tiempo.


La ciudad celtibérica de Segeda acuñó moneda y en contra de las órdenes del imperio romano, se fortificó. Ayer coincidía que era día 15 del mes en el que los romanos consagraron a Marte, fecha de elección de cónsules, principio y final de año. Eso hasta que en el 154 a. C., cuando Roma declaró la guerra a Segeda, se empezó a contar el tiempo desde el 1 de enero. "Es el primer hecho histórico que en Aragón aportamos a la historia", afirma el alcalde de Mara, Roberto Ibarra.


Cada año, el sábado más próximo al 15 de marzo este pueblo lo recuerda. "Ni por imaginación pensábamos que aquí pudiéramos tener estas cosas", comenta un vecino, Carlos Hernández. Un mercado con puestos de artesanos, recreaciones, música y fuego ambientaron la fiesta. La Fundación Segeda y el Centro de Estudios Celtibéricos, organizan distintas actividades para divulgar la importancia de esta antigua ciudad, que desde hace una década se excava en el término municipal de Mara. "Lo que pretendemos es vivir la historia y acercarnos a ese pasado", explica Francisco Burillo, presidente del Centro de Estudios.


También se trabaja con los profesores de la zona de Calatayud, para transmitir a sus alumnos los conocimientos adquiridos con las charlas de especialistas. Ayer escucharon al catedrático de Historia Antigua, Guillermo Fatás, que clausuró una serie de ponencias sobre la medida del tiempo. El también director de HERALDO explicó la evolución del calendario romano y reconoció el tesón de Francisco Burillo. "Cuando empezó estaba muy solo, le ha costado mucho tiempo convencernos a todos de que la antigüedad es también una fuente de satisfacción, seña de identidad cultural y fuente de ingresos económicos", afirmó Fatás.


Un total de 130 vecinos forman la Asociación Cultural Mara Celtibérica que colabora en la organización de los Idus. "Nos encargamos de hacer los trajes, esto dinamiza el pueblo, pero nos gustaría que la gente participara más", indica su presidenta, Pilar Domínguez. Detrás de un mostrador las hermanas Pérez venden bolsitas con plantas aromáticas y piezas de loza. "Hemos aprendido a hacer cerámica y así sacamos dinero para la asociación", explican.


Julia Olivas, diputada provincial y delegada de Segeda, destacó el apoyo que el yacimiento de Mara supone para la zona. "El pueblo ha apostado muy fuerte por este patrimonio" y recordó que desde la localidad se ha impulsado la Ruta de la Celtiberia a la que se ha sumado Calatayud.


José Manuel Pastor, de Equipo Arqueódromo, vende reproducciones de monedas, armas y collares. "Hace 20 años los que nos dedicábamos a esto éramos marcianos, ahora somos menos extravagantes", comenta. Al lado, el grupo de neoarqueología de Segeda muestra cómo vestían los segedenses. "Nos documentamos en vasijas pintadas y en hallazgos", explica Mariano Hostalet. "Usaban tejidos naturales, cáñamo, lino, lanas, cuero para el calzado y los cinturones", añade a su lado Mercedes Francés.


Algunos toman una caña en la barra del bar, otros van subiendo a la plaza de Bermúdez con la comida. "Hemos cocinado 60 kilos de lentejas, con 20 de chorizo, carne magra y panceta fresca", detalla José Manuel, que reparte las 600 raciones del guiso.


A pesar del viento, la fiesta se alargó hasta la noche con el fuego purificador, la cena en la hoguera y el baile.