Estado de alarma:
el decreto que cambió aragón 

Se cumplen dos meses del confinamiento provocado por la crisis del coronavirus.

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La noche del sábado 14 de marzo, Aragón, como el resto del país, entró en una situación excepcional que nunca antes había vivido. El estado de alarma decretado por el gobierno Central por la crisis del coronavirus  confinó a los aragoneses dentro de sus casas, detuvo casi toda la actividad industrial, cerró las aulas, los estadios, los teatros, la mayoría de los comercios, bares y restaurantes... Entonces, la Comunidad registraba siete fallecidos y 121 contagiados. Este jueves, cuando se cumplen dos meses de aquel decreto que cambió la vida de todos, la epidemia se ha cobrado la vida de 829 vecinos y ha contagiado a 6.859. 

Durante este tiempo se han vivido situaciones insólitas con ciudades totalmente vacías, ucis llenas, sanitarios desbordados, enormes hospitales de campaña que se levantan en pocos días y cementerios sin funerales con los que poder despedir a los muertos. Este es el relato de los dos meses en los que cambió todo, con algunos de los artículos que HERALDO ha publicado para contarlo.

La crisis sanitaria: 
una lucha cara a cara contra la pandemia

Dos sanitarias del Hospital Miguel Servet, en una zona habilitada para enfermos con Covid-19.
Dos sanitarias del Hospital Miguel Servet, en una zona habilitada para enfermos con Covid-19.
José Miguel Marco

Durante estos dos meses de estado de alarma, el virus no ha dejado de expandirse. El confinamiento en los hogares ha logrado frenar la pandemia, pero ni mucho menos ha acabado con ella. Hasta la fecha, Aragón ha notificado 6.856 casos positivos, lo que supone que hay confirmación de que se ha contagiado el 0,52% de la población. Evidentemente, los casos reales son muchos más, aunque pocos se atreven a hacer una estimación de qué porcentaje de la población ha podido pasar el coronavirus. Según los datos del Gobierno de Aragón, 829 personas (el 12,09% de los casos confirmados) han fallecido con Covid-19. 2.614 personas (el 38,13%) han necesitado ingresar en un hospital, 265 de ellas en una UCI.

Desde que comenzó el estado de alarma, el goteo de muertes ha sido incesante. La última semana de marzo y los primeros días de abril fueron los más duros, con registros que superaban los 30 muertos diarios. Unos números, cada uno de ellos, con una historia, una familia y unos amigos detrás. Tras alcanzar el peor dato el 18 de abril (39 muertos en Aragón), las cifras han ido cayendo hasta registrar, incluso, algún día sin fallecidos. El primero fue el pasado 3 de mayo. También el número de casos activos (personas con coronavirus en este momento) ha ido cayendo de forma significativa, de los casi 3.000 que se registraron a mediados de abril a los poco más de 1.200 que hay estos días.

La incidencia del coronavirus ha sido desigual en la Comunidad. Como en el resto del país, las zonas más pobladas han sido las más afectadas, aunque también ha habido que lamentar brotes inesperados por distintos motivos en localidades como Biescas o Binéfar. De los 6.856 casos confirmados en Aragón, 5.069 proceden de la provincia de Zaragoza, 1.043 de Huesca y 637 de Teruel (los otros 107 tienen otro punto de residencia o están en investigación). 

En medio de una pandemia que es global, hay zonas sanitarias de Aragón que se han librado del coronavirus, como Báguena, Aliaga, Sos del Rey Católico y Herrera de los Navarros. Tampoco en Zaragoza capital la incidencia ha sido la misma, con una mayor incidencia en zonas como Bombarda, Rebolería o San Pablo; y una afección más leve en otras como Oliver, Torrerramona, Independencia o Fernando el Católico.

La batalla contra el coronavirus se libra en cada hogar con el confinamiento, pero tiene como escenarios principales los hospitales. Durante las primeras semanas, como la presión de los casos no dejaba de aumentar, se suspendió la actividad quirúrgica no urgente para liberar camas. Y, por si acaso, se levantaron en días dos hospitales de campaña provisionales: en la sala Multiusos (105 camas) y en la Feria de Muestras (400 camas). Afortunadamente, no ha hecho falta usarlos.

El personal sanitario de la Comunidad se ha jugado literalmente el tipo para hacer frente a la pandemia. Aragón ha confirmado 892 casos de profesionales de la sanidad contagiados, un 13% del total de positivos. Ha habido que lamentar la muerte de dos de ellos: José Luis San Martín, médico del centro de salud de San Pablo, y Eloy Pérez, empleado de limpieza del hospital Miguel Servet. Los sanitarios han criticado con dureza la falta de medios, ya que en muchos centros han tenido que recurrir a material no homologado (como batas fabricadas con bolsas de basura) y a la reutilización de mascarillas.

La crisis sanitaria ha provocado la dimisión este martes de la consejera de Sanidad, Pilar Ventura. El detonante fueron las polémicas declaraciones en las que afirmó que para los sanitarios fue “un estímulo” fabricar sus propios equipos de protección, lo que provocó críticas de colegios profesionales y sindicatos y protestas a las puertas de los centros asistenciales.

El confinamiento: 
balcones repletos, calles vacías

La plaza del Pilar, desierta un día entre semana por la mañana durante la primera etapa del estado de alarma.
La plaza del Pilar, desierta un día entre semana por la mañana durante la primera etapa del estado de alarma.
José Miguel Marco

El estado de alarma obligó a la reclusión de los aragoneses en sus hogares. Durante los primeros días, solo podían dejar el confinamiento los trabajadores de actividades esenciales o quienes que tuvieran que salir por algún motivo muy justificado (comprar, ir a la farmacia, acudir al banco, sacar al perro…). Esto dejó un panorama inédito en las ciudades y pueblos, con aceras vacías, carreteras desiertas y comercios cerrados. Un paisaje de película, difícilmente imaginable apenas un par de semanas antes.

Los balcones y terrazas se convirtieron en toda una vía de escape. También fueron el lugar desde el que se homenajeó a los profesionales sanitarios todos los días a las 20.00 con un aplauso que surgió como algo espontáneo pero que se convirtió en rutina. Con las aulas cerradas y el teletrabajo como recurso laboral, las casas también se transformaron en escuelas y centros de trabajo. Y en algunos casos, en todo al mismo tiempo.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se encargaron de intentar hacer cumplir el decreto del estado de alarma. Durante estos dos meses, se han cursado casi 30.000 propuestas de sanción y se ha detenido a cerca de 200 personas. Ha habido incumplimientos de todo tipo. Desde crímenes en toda regla hasta pequeñas salidas de casa que han llegado a terminar en situaciones algo surrealistas con la policía. 

Conforme han ido pasando las semanas, las medidas del estado de alarma se han ido relajando. Primero pudieron salir los trabajadores de actividades no esenciales. Mientras la gente seguía en sus casas, poco a poco se fueron introduciendo conceptos como ‘desescalada’ o ‘nueva normalidad’. 

Aragón peleó porque el proceso de desconfinamiento fuera por núcleos de población, para que las localidades de menos de 5.000 habitantes pudieran llevar un ritmo más rápido. Sin embargo, el Gobierno Central acabó optando por hacerlo por provincias. La salida de los niños supuso todo un alivio para muchas familias. También los permisos para hacer deporte o, simplemente, salir a pasear. Eso sí, las nuevas licencias han provocado alguna que otra concentración inadecuada de gente en las calles.

Aragón entró este lunes en la famosa fase 1, lo que permite, entre otras cosas, la apertura de comercios, bares y restaurantes, aunque en determinadas condiciones de seguridad. Unas exigencias que en algunos casos no se están cumpliendo, lo que provoca el temor de que la situación de la epidemia vuelva a empeorar. 

De momento, los dos meses de confinamiento en los hogares han dejado muchas imágenes que se guardarán para siempre en la memoria colectiva de todos los aragoneses, hayan sufrido o no el coronavirus. El estado de alarma ha vaciado las calles de la ciudad, ha cerrado los comercios, ha aplazado bodas, ha suspendido las clases... Un panorama insólito cuyo final aún no está claro.

Residencias y cementerios: 
el epicentro de la tragedia

El día a día del cementerio de Torrero durante la pandemia del coronavirus.
Dos empleados de una funeraria se desinfectan en el exterior del cementerio de Torrero, en Zaragoza.
José Miguel Marco

Al margen de los hospitales, las residencias de ancianos y los cementerios han sido los dos grandes escenarios de la pandemia. Las primeras, por el altísimo número de residentes fallecidos; los segundos, por el incremento de trabajo que han tenido y las duras condiciones en las que los familiares se han resignado a enterrar a sus muertos.

Según el último balance que hizo el Gobierno de Aragón, el pasado viernes, 140 residencias de ancianos de la Comunidad han tenido algún caso de coronavirus en algún momento. Entonces, los fallecidos en estos centros suponían el 77% del total en Aragón, ya que 634 de los 815 fallecidos con Covid-19 estaba en una residencia. 

La gravedad de la situación hizo que la DGA tuviera que intervenir y tomar el control en ocho centros. Personal ajeno a las residencias, como trabajadores de funerarias o de empresas de desinfección, han relatado que las situaciones que se vivían en algunas de ellas eran dantescas. Además, se crearon cinco ‘centros Covid’ para ingresar a pacientes contagiados que no requerían de hospitalización, que han permitido mejorar la situación del sector, según el gobierno. Por ellos han pasado más de 450 pacientes durante estas semanas.

Mientras, en los cementerios han sido días igualmente duros. En Torrero, Zaragoza, el mayor tanatorio de Aragón, se llegaron a acumular 89 cadáveres a la espera de una incineración. Los hornos crematorios han funcionado superando el límite de su capacidad, con turnos que cubrían 22 de las 24 horas del día. Se consiguió evitar el colapso a base de esfuerzo y un gran despliegue de medios.

Para los familiares de fallecidos que han tenido que pasar por algún camposanto también han sido jornadas dramáticas. Al dolor habitual por la pérdida de un familiar se han unido unas condiciones durísimas, en las que muchos no se han podido despedir de sus seres queridos ni en vida (porque estaban en alguna residencia) ni en muerte (por la supresión de los funerales y las duras condiciones de acceso a los cementerios).

CRISIS ECONÓMICA: 
el otro virus sin fecha de caducidad 

Reparto de comida, ayer, en la parroquia del Carmen de Zaragoza.
Reparto de comida en la parroquia del Carmen de Zaragoza durante los primeros días del estado de alarma.
Oliver Duch

El estado de alarma supuso un frenazo a la economía al que es difícil encontrar precedentes. Salvo los servicios esenciales, todo paró en Aragón. La fábrica de Opel en Figueruelas detuvo la fabricación de coches el 17 de marzo, y el resto de industrias auxiliares que la nutren de componentes fueron en cascada. Otras grandes factorías, como Pikolin o CAF también tuvieron que detener su producción.

Pero el impacto de la crisis económica afecta a gran, mediana y pequeña escala. Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) se han convertido en la vía que han encontrado muchas empresas para tratar de superar esta coyuntura sin despedir a sus trabajadores. Desde el 16 de marzo se han tramitado más de 15.300 expedientes de este tipo en Aragón, que afectan a casi 115.000 trabajadores, el 80% de ellos pertenecientes al sector servicios.

Otros han corrido peor suerte y se han ido directamente a la cola del paro. Los datos de abril hablaban de que el desempleo subió en Aragón en 6.733 personas, lo que supuso un incremento del 9,29% respecto al mes de marzo. La cifra de desempleados se situó en 79.214. El incremento con respecto a abril del año anterior es del 24%.

El comercio, la hostelería y las empresas vinculadas al turismo han sido algunas de las grandes damnificadas. Todas ellas hacen cuentas para ver cuál será su futuro. Las dificultades que se están encontrando para retomar la actividad habitual durante la desescalada tampoco ayudan a aclarar su panorama. 

De momento, el impacto de esta crisis está siendo muy profundo, como indican desde los servicios sociales. La petición de ayudas de urgente necesidad se han duplicado tanto en el Gobierno de Aragón como en el Ayuntamiento de Zaragoza. En la mayoría de los comedores sociales de la Comunidad también han aumentado el número de comensales. El Banco de Alimentos también está haciendo un esfuerzo extra para poder llegar a todas las entidades que reclaman de su ayuda. La crisis sanitaria no tiene todavía fecha de caducidad, pero la económica tampoco.