Así son las salamanquesas en Aragón
Diferencias entre las distintas especies.
No hay que temer a las salamanquesas porque son inofensivas para el ser humano.
Acostumbramos a ver estos reptiles durante las noches calurosas de verano, y, si bien es cierto que tienen costumbres nocturnas y crepusculares, están activas durante todo el día. Como cualquier reptil de sangre fría, necesitan recargar su temperatura corporal con largas exposiciones al sol.
Se alimentan de insectos por lo que su presencia en las casas suele asociarse con buenos augurios.
Y aunque procede del medio natural, este animal se ha adaptado muy bien al ser humano y es frecuente verlo trepar por paredes y construcciones verticales de ciudades y pueblos en busca de alimento.
Si nos fijamos bien, suelen estar cerca de las farolas y focos porque acecha a los bichos que se sienten atraídos por la luz.
En Aragón, las especies más comunes son la salamanquesa común (Tarentola mauritanica) y la salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus).
Es la más numerosa en Aragón.
Es un pequeño lagarto de color pardo o grisáceo aunque sus tonalidades oscilan del claro al oscuro según el entorno en el que se encuentre o la incidencia de luz a diferentes horas del día.
Por lo general es más por la noche y más oscura por el día.
Su longitud oscila entre los 14 y los 20 centímetros.
Y presenta un tronco y cabeza voluminosos y anchos, aunque aplanados.
Tiene la capacidad de regenerar su cola si la pierde por algún motivo, aunque ya no vuelve a salir igual. Ésta crecerá sin bultos ni protuberancias, luciendo lisa y suave al tacto.
La cabeza se ve muy diferenciada del cuerpo y tiene unos ojos grandes con el iris grisáceo y la pupila vertical.
Su piel es de aspecto pinchudo debido a que está recubierta por unas protuberancias puntiagudas que se afilan más en los laterales y en la cola.
Todas tienen cinco anchos dedos pero en el caso de la salamanquesa común, solo presentan uñas el tercero y el cuarto.
-'Hemidactylus turcicus'
Su población en Aragón es menos numerosa, pero la más común en los entornos humanos. Gracias a su habilidad para trepar, es fácil encontrarla subiendo por las paredes de las casas, muros y tapias de ciudades y pueblos. En la naturaleza suele encontrarse bajo piedras y roquedos.
La salamanquesa rosada es algo más pequeña de tamaño que su prima común y de adulto no suele superar los 12 centímetros de largo.
Sus tonalidades son más blanquecinas y rosáceas y su dorso menos rugoso.
Otro detalle que permite reconocerla es que tiene unos anillos de color oscuro en la cola.
Además, sus patas también tienen unas características singulares pues presenta uñas en todos sus dedos y en el anverso, las laminillas están divididas transversalmente.
En Aragón conviven otros tipos de reptiles como lagartos y lagartijas, todos con características que los hacen diferentes.
Uno de los primeros rasgos que las distinguen es el tamaño. El lagarto alcanza longitudes mucho mayores que la salamanquesa
En las lagartijas, la longitud varía mucho dependiendo de la especie. Las hay de unos 25 cm pero también pequeñas de 12.
Además, la lagartija tiene el tronco y la cabeza poco diferenciados, de tal manera que su silueta es más alargada y uniforme.
Aunque las hay de múltiples colores y dibujos en la piel, suelen tener marcadas líneas y manchas longitudinales que decoran su cuerpo.
Muchas veces se confunde la salamanquesa con la salamandra, probablemente porque su nombres suena parecido, pero son animales completamente diferentes.
Las salamanquesas son reptiles, animales de temperatura variable y respiración pulmonar que, por carecer de patas o por tenerlas muy cortas, se desplazan rozando la tierra con el vientre.
En cambio, la salamandra es un anfibio de colores más vivos, que si bien coincide en que su temperatura es variable, este animal vive en el medio acuático, respira por branquias durante su primera edad y se hace aéreo y respira por pulmones en su estado adulto. Por eso, es más propio de ambientes húmedos y, en el caso de Aragón, solo se encuentra en el Pirineo.
A pesar de la leyenda urbana, ambos animales son especies inofensivas que ayudan a controlar la población de insectos.
Suelen picar durante el día y, en general, la época de mayor densidad de garrapatas es de mayo a octubre, aunque algunas especies pueden picar en los meses de invierno.