La basílica de Nuestra Señora del Pilar tiene un magnetismo especial. Se trata de una parada fundamental en el universo mariano; creyentes de todo el mundo acuden a la llamada de un edificio que impone por fuera e hipnotiza por dentro. Las obras de arte que adornan altares, capillas, muros y bóvedas son el aliciente extra al principal atractivo del templo: su huella en la historia de la cristiandad, y la devoción que despierta entre quienes la visitan. Además, es el principal reclamo turístico de Zaragoza y una de las catedrales más conocidas de España. El trazo de Goya en las cúpulas, la curiosidad que despiertan las dos bombas nazis de la Guerra Civil Española colgadas de la columna contigua a la capilla de la Virgen, las banderas de los países de América Latina que materializan la relevancia de la Virgen del Pilar para la Hispanidad, el propio pilar hundido por los millones de besos de sus fieles, el retablo mayor de Damián Forment, el majestuoso órgano, el ascensor panorámico de la torre de San Francisco... los polos de interés son muchos, y el conjunto que los alberga es un lujo del que Zaragoza disfruta con orgullo.
