Tercer Milenio

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INFORMACIÓN ELABORADA EN COLABORACIÓN CON OBRA SOCIAL' LA CAIXA'

El espacio también se congestiona

David Arnas trabaja en un interesante proyecto seleccionado en la convocatoria MIT-Spain ‘la Caixa’ Foundation Seed Fund. 

David Arnas, en una imagen reciente.
David Arnas, en una imagen reciente.
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Imagínense el espacio como si fuera un aparcamiento de coches gigantesco donde todo el mundo pueda dejar su vehículo como quiera. Si esto ocurriera, tendríamos una gran parte del espacio del aparcamiento desaprovechado y conducir por él se volvería peligroso.

Para evitarlo, David Arnas, investigador en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en colaboración con Martín Avendaño, investigador del Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza están trabajando en un interesante proyecto que ha sido seleccionado dentro de la convocatoria MIT-Spain ‘la Caixa’ Foundation Seed Fund. Una investigación que es una evolución de un proyecto previo de ambos investigadores en el ámbito del diseño de constelaciones de satélites.

Una propuesta que consiste, según explica David en "generar una serie de posiciones en el espacio en las que los satélites puedan colocarse, de tal forma que se optimice el espacio disponible y se consiga que los satélites puedan moverse y realizar sus funciones de forma segura. De esta manera, cuando alguien quiera colocar un nuevo satélite en el espacio se le podrá proporcionar una de estas posiciones, pudiendo el satélite realizar su cometido sin interrumpir a otros satélites ya en órbita y permitiendo que futuras misiones dispongan también de esta posibilidad".

Pero las plazas para satélites no están quietas, sino que se mueven a muchísima velocidad, siendo capaces de recorrer varios kilómetros cada segundo. "Por eso, es necesario una serie de pautas internacionales de obligado cumplimiento que, como si se trataran de leyes de tráfico, permitan no solo que los satélites se muevan en armonía, si no que las futuras generaciones puedan seguir haciendo un uso responsable de este recurso común", matiza Arnas.

En estos momentos, cualquier empresa o gobierno puede enviar casi sin restricción cualquier número de satélites al espacio. "En principio, podríamos pensar que el espacio, por ser tan sumamente vasto, nos permite seguir esta filosofía indefinidamente y sin ningún tipo de consecuencia. Desafortunadamente, esto está lejos de la realidad. A la hora de la verdad, si una empresa coloca a una determinada altura un centenar de satélites, a efectos prácticos ha ‘comprado’ dicha altura y no solo puede hacer uso del conjunto de satélites que ya tenga en órbita, sino que con esto también impide que cualquier otra empresa o gobierno pueda colocar otro satélite a esa misma altura sin su permiso. Esto lleva a una situación en la que el primero en saturar el espacio, obtiene el beneficio único de su explotación", explica Arnas.

Empresas interesadas

Por el momento, y a raíz de varias publicaciones de ambos investigadores en revistas científicas, ya ha habido varias empresas que han mostrado su interés no solo en este proyecto, sino también en su trabajo previo.

Algo que ha sido posible gracias a las ayudas de Fundación ‘la Caixa’ que les va a permitir "poder aumentar la colaboración entre el MIT e investigadores de España lo que a la larga proporcionará muchas más posibilidades de investigación para ambas partes. A nosotros, en particular, nos ha permitido poder presentar nuestro trabajo y resultados a una mayor audiencia. A su vez, esta ayuda también nos ha facilitado la colaboración entre los integrantes del grupo de investigación", concluye el joven investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts.