en colaboración CON HUESCA LA MAGIA

¿Buscas desconectar y viajar a otra época? Es posible sin salir de la provincia de Huesca

Desde castillos y catedrales hasta ermitas y plazas medievales, el amplio patrimonio altoaragonés invita a recorrer cada rincón del territorio y a dejarse seducir por historias de siglos pasados.

El monasterio de San Juan de la Peña.
El monasterio de San Juan de la Peña.
Laura Uranga

En la provincia de Huesca se ofrecen experiencias inolvidables tras las paredes de monasterios medievales, iglesias románicas, palacios renacentistas y fortificaciones militares, donde transcurrieron las vidas de personajes ilustres y se representaron decisivos acontecimientos del pasado. Recorridos mágicos, recreaciones de cuento y el relato de sorprendentes historias y leyendas dan forma a cada una de las visitas que se detienen en los valores artísticos del territorio altoaragonés y que suponen una interesante opción para escaparse en cualquier época del año. Para no perder detalle de aquellas aventuras, se recomienda recurrir a la aplicación ‘Huesca la Magia’, disponible para Android e iOS. Está diseñada para poder disfrutarla desde la preparación del viaje y hasta cuando se llegue al destino, ya que todo el contenido está geolocalizado y todo lo que merece la pena descubrir se encuentra muy rápidamente.

Uno de los referentes culturales de mayor proyección en la provincia es el Camino de Santiago, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993 que se encuentra salpicado de grandes obras del románico español como el monasterio de San Juan de la Peña. Es este el cenobio medieval más importante de Aragón y en su panteón real fueron enterrados un buen número de reyes de la Comunidad. Construido al amparo de la roca a principios del siglo X, es un lugar mágico que combina historia, cultura y naturaleza como ningún otro. Sin salirse de la ruta de peregrinación, es posible encontrar la catedral de San Pedro de Jaca, uno de los vestigios más importantes del emergente Reino de Aragón del siglo XI, además de una de las manifestaciones del arte románico más interesantes de toda la Península Ibérica. El ajedrezado jaqués, el crismón de la puerta de entrada y los frescos de Bayeu son solo algunos de los detalles en los que merece la pena fijarse.

Ambos monumentos foman parte de la leyenda que envuelve la Ruta del Santo Grial, en busca de una de las reliquias más codiciadas del cristianismo, y que atraviesa distintos enclaves de destacado valor histórico y artístico. Según sostiene la tradición, el Santo Cáliz llegó desde Roma y se guardó en la ermita de Loreto, situada a tres kilómetros de la ciudad de Huesca, por lo que se puede acceder desde la capital oscense en un agradable paseo. Según se dice, si se recoge una piedra al inicio del camino y se deposita en el monasterio, se cumplirán las plegarias del viandante.

El año 553 el Grial es trasladado a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, otra joya románica de obligada visita en la capital oscense, donde también se pueden admirar la catedral de Santa María  y el Palacio de los Reyes de Aragón, ejemplo de arquitectura civil del siglo XII, donde destacan las estancias de la sala de la Campana, el salón del Trono y la sala de doña Petronila. A continuación, la ruta del Santo Cáliz conduce hacia el año 715 a la cueva-ermita de Yebra de Basa, disimulada gran parte del año por una gran cascada de agua a la que acuden los senderistas en una agradable caminata.

Panteón Real de la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca.
Panteón Real de la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca.
Javier Blasco

Otra de las paradas del Grial fue en el monasterio de Siresa, en la puerta a la Selva de Oza, un monumento de la naturaleza. Del cenobio,  solo se conserva su iglesia hoy en día. Sin dejar la Jacetania, el siguiente destino de la famosa reliquia fue en la ermita de San Adrián de Sásabe, en el término municipal de Borao. Después, en esta legendaria ruta hay que llegar a Bailo, un municipio ubicado en las inmediaciones del parque protegido de San Juan de la Peña. Allí, en la iglesia de San Pedro se guardó el Santo Grial entre 1014 y 1045, más de tres décadas.

Más lugares de culto

De la misma época es uno de los emblemas de la provincia, el castillo de Loarre, la mayor y mejor conservada fortaleza románica de Europa. Está ubicada en el alto de un peñasco, imponiendo su silueta en el llano entorno de la Hoya de Huesca, de manera que la vista de sus torres y su muralla es espectacular mientras se recorre la carretera que lleva hasta el pie del monumento.

Otros castillos imponentes se reparten por el territorio oscense. Entrar en el de Monzón es introducirse en la historia de los templarios. De hecho, su interior alberga un centro de interpretación dedicado a esta orden militar compuesta por monjes-guerreros. En Aínsa, las murallas del castillo desembocan en una plaza porticada y típicamente medieval, en la que también se hallan la iglesia de Santa María y algunas casas palaciegas de la época. Todo ello forma uno de los más bellos conjuntos patrimoniales de la provincia junto con el que se halla en Alquézar. Tanto la colegiata, antiguo castillo musulmán, como el municipio se yerguen sobre el cañón del río Vero, un enclave único en el que es posible retroceder en el tiempo mientras se recorren sus estrechas callejuelas, se cruza la muralla o se escuchan viejas leyendas de doncellas y reyes moros.

Estos destacados enclaves son solo una pequeña muestra de lo que ofrece el rico patrimonio de la provincia. Son muchos los itinerarios que  sorprenden por su monumentalidad y valor artístico, y este otoño puede ser la época perfecta para descubrirlos.

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