Por
  • Pilar Clau

¿Qué fue de la compasión?

¿Qué fue de la compasión?
¿Qué fue de la compasión?
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Qué fue de la compasión? La sociedad competitiva y apresurada en la que vivimos ha cedido el prestigio de la compasión a la empatía y a la solidaridad. Sin embargo, la compasión es un sentimiento superior. Se puede ser solidario y empático y no ser compasivo. 

La compasión es una actitud firme y enérgica sin la cual el mundo no podrá sobrevivir. No es sólo sentir dolor por otra persona, es querer ayudarla desde el corazón y sin interés personal alguno. El bienestar ajeno es tan importante como el propio. Ser compasivo con los demás y con uno mismo es la única ruta para alcanzar la paz y abre una nueva visión de las cosas.

La compasión es instinto. La atención y el interés hacia el otro están integrados en el ser humano para garantizar su supervivencia. Sin embargo, las presiones de grupo, las distracciones, las prisas, el afán de sobresalir… van recortando, si no estamos atentos, ese aliento social. Los niños aún no han sufrido esos recortes y son capaces de percibir al otro como alguien que podría beneficiarse de su ayuda.

Martina estaba compartiendo con otras niñas un rato divertido en el hotel San Antón de Benasque, donde los padres de todas ellas disfrutaban juntos de un fin de semana. De pronto, se dio cuenta de que un niño, Pablo, no estaba con ellas. Lo imaginó solo en su habitación y corrió a buscarlo para que se uniera al grupo. La compasión es impulso y es acción, es intentar mejorar la vida del otro. Ojalá Martina no pierda nunca ese sentimiento ni ese impulso. La compasión es propia de seres superiores.

Según la Organización Mundial de la Salud, el estrés, la ansiedad y la depresión son las enfermedades más preocupantes y más habituales de este siglo. Necesitamos más paz y menos estrés. La paz empieza por uno mismo; sólo quien tiene paz consigo mismo puede extenderla a los demás. La paz mental se encuentra en la compasión, en cuidarse uno mismo y en cuidar a los demás en un sentido profundo. Ampliar el horizonte del yo y sentir al otro: si sufres, yo sufro; si te hago daño, yo me hago daño. La felicidad y el éxito están determinados por el bien que somos capaces de dar y de crear.

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