PROBLEMAS CON LAS OBRAS

Una gotera obliga a renovar parte de la cubierta del museo Pablo Serrano

La anomalía se detectó sobre el espacio donde se mostrará la obra del escultor aragonés. La ampliación del edificio, con un coste de 23 millones, acabará dentro de unas semanas.

La cubierta del museo Pablo Serrano, ayer.
Una gotera obliga a renovar parte de la cubierta del museo Pablo Serrano

Las lluvias de la semana pasada han puesto en evidencia que existía una gotera en la cubierta inferior del Pablo Serrano. Y la reparación ha obligado a renovar parte de dicha cubierta, según confirmaba ayer el arquitecto que dirige las obras de ampliación del museo, José Manuel Pérez Latorre. "Ha habido una gotera, pero ya se ha arreglado -aseguraba el arquitecto-. Estas cosas pasan. Hay que tener en cuenta que la obra no está acabada, ni siquiera lo está la cubierta. Lo importante es que este tipo de problemas se detecten ahora, y no cuando el museo esté a pleno funcionamiento y con las obras de arte dentro".

El 'nuevo' museo Serrano diseñado por Pérez Latorre es un edificio con varios volúmenes geométricos, y el problema de aislamiento se ha detectado en la cubierta baja de la fachada que da al paseo de María Agustín. En ese emplazamiento, que solo tiene una planta de altura sobre el nivel de la calle, está previsto que se ubique, precisamente, la colección de esculturas de Pablo Serrano, el 'alma mater' del museo.

El sistema de cubierta del edificio es complejo. Se basa en una estructura de acero, que sustenta un bastidor de madera ignífugo, planchas de fibra de carbono de 8 centímetros de grosor, dos telas asfálticas y placas de chapa. Según el arquitecto que dirige la obra, la gotera ha surgido porque en un punto concreto se aplastó una de las planchas de fibra de carbono, porque se apoyó en ella un andamio que se montó para trabajar en la cubierta. "Una vez detectado el problema, le hemos dado solución", aseguraba ayer, y subrayaba que la gotera ha surgido "cuando la cubierta no está acabada. Y aún queda para que la demos por terminada. De hecho, tenemos que hacer todavía la prueba de estanqueidad de las terrazas, entre otras tareas. Las dejaremos durante todo un día cubiertas con un palmo de agua para ver cómo responden".

Desde el Gobierno de Aragón se quitó ayer importancia a lo sucedido y se subrayaba que "la obra no está acabada".

Las obras del edificio avanzan a buen ritmo y su apariencia exterior está prácticamente configurada. En principio, estaba previsto que las obras concluyeran a finales de octubre para, a renglón seguido, acometer el equipamiento interior y la reubicación de las colecciones artísticas.

El centro triplicará su superficie (7.600 metros cuadrados frente a los 2.600 iniciales) y la obra de Serrano, que anteriormente era lo único que se exponía, estará acompañada a partir del año que viene de una selección de arte contemporáneo entresacada de los fondos del Gobierno de Aragón (más de 3.000 piezas). No hay fecha concreta para la reinauguración.

El edificio, de diseño atrevido y vanguardista, como cabe esperar de un museo de arte contemporáneo, no deja a nadie indiferente, con la combinación de volúmenes y colores. Juega con el negro, turquesa y acero, con el metal y el vidrio.

La idea de ampliar el Serrano se remonta a 2005, pero no fue hasta 2007 cuando se adjudicaron los trabajos a Obrascón Huarte Laín por un importe de 18,7 millones, financiados íntegramente por el Gobierno de Aragón. El presupuesto base de licitación estaba fijado en 23,6 millones, y finalmente se alcanzará esta cifra, aunque desde la DGA se ha insistido una y otra vez en que "no se puede dar un coste final de las obras porque el procedimiento no está cerrado".

En la primera planta será protagonista la obra del escultor de Crivillén, instalada en el 'espacio noble' del museo, volcado a la calle a través de enormes cristaleras, y con vocación de articularse en un recorrido. De allí se accederá a otra planta, en la que se exhibirá la obra de artistas cercanos a Serrano, y luego a otras dos más, que mostrarán la selección de arte contemporáneo de la DGA. Cada sala tiene personalidad propia y entre 600 y 800 metros cuadrados. El único denominador común es que todas permiten exponer piezas de gran tamaño (los techos son de 6 metros de altura y no hay columnas que rompan la visión). En la última planta destaca la espectacular terraza.