CINCO VILLAS

Una fortaleza olvidada

El castillo de Sora, en Castejón de Valdecasa, es casi un elemento patrimonial desconocido. Un colectivo aboga por su recuperación al esar ruinoso, pero los propietarios del terreno no se han comprometido.

Vista panorámica del castillo de Sora, en un cortado en el término de Castejón de Valdejasa.
Una fortaleza olvidada
MARIANO CANDIAL

Los cortados de arenisca que sirven de puente entre las Cinco Villas y los montes de San Gregorio, en el término de Castejón de Valdejasa, esconden entre sus lomas el castillo de Sora, uno de los vestigios culturales más desconocidos para la mayoría de aragoneses e investigadores, casi inédito. Su figura, sin embargo, no pasa inadvertida desde la carretera que conduce desde esta localidad hasta Ejea, pero las menciones en documentos históricos son escasas y todavía no se ha realizado un estudio en profundidad ni una restauración que frene su progresivo deterioro.


Así lo asegura la historiadora zaragozana Marisancho Menjón, autora del libro 'El castillo de Sora. Fortaleza principal de las Cinco Villas', que se presentó en Castejón de Valdejasa el mes pasado, bajo el auspicio de la asociación cultural Castrum Valdejassa, que defiende la recuperación de este lugar histórico desde hace años. Sin embargo, el castillo de Sora se encuentra en terreno privado, propiedad de los duques de Villahermosa, y hasta la fecha no existe compromiso alguno por su parte para recuperar el conjunto arquitectónico, según afirma Jesús Prado, presidente de Castrum Valdejassa. Este diario se dirigió a los duques a través de su intermediario en Castejón, pero no ha obtenido respuesta.


Según explica Menjón, el castillo de Sora fue, inicialmente, una fortaleza islámica de control de esta parte de la península Ibérica para, a continuación, ser conquistada por los cristianos en régimen de tenencia en su avance hacia Zaragoza antes de 1118; después, también serviría como mecanismo de avance aragonés hacia las Cinco Villas. «Posteriormente, el castillo pasó a manos de los condes de Luna, se reformó y se construyó una fachada renacentista, de la que aún se conservan restos. Finalmente, pasó a manos de los duques de Villahermosa», relata Menjón.


Las evidencias escritas de Sora son escasísimas. Por eso, la labor de campo ha sido clave para documentar y explicar las ruinas del castillo. Los arqueólogos Javier Rey y Yolanda Laplaza hicieron el estudio más detallado que existe.


«Hemos instado varias veces a los duques a hacer algo, a apuntalarlo para no dejar que se derrumbe lo poco que queda, pero no hemos recibido contestación», asegura Prado. Desde Castejón, insiste, apuestan por la creación de una «fundación de amigos» del castillo, que podrían presidir los duques y que, incluso, contaría con dinero público. Fuentes cercanas a la propiedad sostienen que sería necesario un desembolso «costoso» y eso es algo a lo que, al parecer, no están dispuestos por ahora.


El castillo de Sora está en lo alto de un cortado imponente al que se puede acceder a pie. Se conservan dos torreones de origen musulmán y otro románico, con fachada renacentista. El precario estado de la construcción no aconseja asomarse al interior, donde existen grafitos datados desde comienzos del siglo XX hasta 2010. Asimismo, a los pies de Sora, existen restos de una calzada romana que unía Zaragoza con Pamplona.