TRANSPORTE URBANO DE ZARAGOZA

El tranvía domina la ciudad

Zaragoza simula a otras ciudades europeas de su tamaño con el estreno del nuevo medio de transporte, que une y divide por igual a ciudadanos y avenidas.

El tranvía enfila la vía de escape por el bulevar de Gran Vía ante la mirada de los viandantes.
El tranvía enfila la vía de escape por el bulevar de Gran Vía ante la mirada de los viandantes.
ESTHER CASAS

La crisis económica y el auge del uso de automóviles en las grandes ciudades de todo el mundo acabaron en los años setenta con buena parte de la red de transporte público de las mismas, en especial de los nostálgicos tranvías. En Zaragoza, la fecha de su defunción se remonta 35 años atrás, el 23 de febrero de 1976.


Hoy, en 2011, es la preocupación por el medio ambiente, por la contaminación y, por qué no, de nuevo la crisis, que apunta al bolsillo de los conductores y de las gasolineras, lo que recupera los viejos sonidos de raíles, campanas, trenes y paradas por el centro de la ciudad. El contrato de explotación es de otros 35 años. Al fin y al cabo, dicen que los números son caprichosos.


La puesta en servicio de la línea 1 del nuevo tranvía de Zaragoza arranca como proyecto estrella –y casi personal- del alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, que ve en su estreno la consolidación de una idea marcada por la sostenibilidad, el servicio a los ciudadanos, y la apuesta por una capital más acogedora y accesible.


Cuatrocientos millones de euros después, la propuesta de unir el norte y el sur, Valdespartera y Parque Goya, ve la luz, al menos en su primera fase, hasta el paseo de la Independencia. Un camino lleno de estudios, obstáculos y críticas, que a duras penas ha podido capear el primer edil, consciente de lo vinculada que queda su figura al éxito del nuevo medio de transporte.


No en vano, se trata de atravesar la ciudad, por sus vías más sensibles, con un tren y sus implicaciones. Los ruidos, las obras, la inversión, las molestias, las alternativas rechazadas, la situación económica, los comerciantes, los vecinos... son algunos de los acompañantes de viaje que ha sufrido en los últimos dos años el nuevo tranvía de la ciudad.


Pero un mes en pruebas, con el acceso gratuito para los ciudadanos –lo que ha despertado las iras de la oposición, en pleno proceso electoral-, ha ido apaciguando las aguas, y se va incrementando el número de adeptos a los Urbos 3, nacidos, cómo no, de la empresa zaragozana CAF. Gustan su rapidez, su comodidad, la novedad de un transporte que, al fin y al cabo, goza de un encanto que pocos dejan de percibir.


Comienza así la puesta en marcha de un servicio que partirá con el mismo precio que los autobuses urbanos, con frecuencias que oscilan entre los 5 y los 20 minutos, nueve convoyes más dos de reserva, trece paradas, una de las mayores reordenaciones de líneas de bus, y un gran proyecto de reforma y reurbanización del centro de la ciudad, obra del arquitecto Iñaki Alday.


Zaragoza fue la última ciudad española en clausurar su red tranviaria. Ahora, es de las últimas en recuperarla tras Bilbao (2002), Barcelona (2004), Málaga (2006) o Sevilla (2007).