COMERCIO

Montesa, un negocio centenario echa el cierre

La histórica carnicería de la plaza de San Felipe cierra por jubilación tras 115 años. El negocio, que comenzó Pedro Montesa y ahora lleva su bisnieta Pepa, ha pasado por varios locales en el Casco Histórico de Zaragoza.

Pepa Montesa, bisnieta del fundador, en la carnicería Montesa, en la plaza de San Felipe.
Montesa, un negocio centenario echa el cierre
P. F.

Ciento quince años de historia y un cartelito escrito a mano en la puerta: «Cerramos por jubilación y agradecemos vuestra confianza». La carnicería Montesa, uno de los últimos negocios centenarios de Zaragoza, echa la persiana el próximo 30 de julio.


En 1896, Pedro Montesa, abrió una tabla (así llamaban antiguamente a las carnicerías) en el antiguo matadero de Zaragoza y tres tiendas en el Casco: en la plaza del Mercado, en la calle San Pablo y en la calle Santiago. El negocio familiar continuó y hoy su bisnieta, Pepa Montesa, de 70 años, sigue atendiendo al público en la plaza de San Felipe. Por poco tiempo. El próximo sábado 30 de julio Pepa se jubila y el negocio cierra sus puertas.


Acaba así la historia de uno de los comercios más antiguos de Zaragoza. En 2009, la carnicería Montesa fue premiada por la Cámara de Comercio junto con otros 30 establecimientos de Aragón que habían cumplido el centenario. Ahora nadie recoge el testigo y las tres hermanas Montesa que trabajan en el negocio se van a su casa.


«Da un poco de pena, ha sido una vida muy intensa dedicada al negocio. Hemos hecho muchos amigos. Pero también nos ha llegado el momento de descansar, de jubilarnos, de dedicarnos a otras cosas», reflexiona Pepa, que tiene 8 sobrinos, 11 sobrinos-nietos y mucha vitalidad.


La familia ha vivido la transformación del Casco Histórico detrás del mostrador. Uno de los puestos de Pedro Montesa, el fundador, estaba en la plaza del Mercado, antes de que se construyera el Mercado Central. El abuelo de Pepa, Antonino Montesa, llevó la carnicería en la plaza de las Estrébedes, que ya no existe (estaba entre las calles de Escuelas Pías y Cerdán, donde después se hizo la avenida de César Augusto). Y el padre de Pepa, Inocencio, abrió el establecimiento en torno a 1920 en su actual ubicación, en la plaza de San Felipe.


«Empecé a trabajar en el negocio familiar a los 11 años y he sido la mujer más feliz del mundo. De niña, antes de ir al colegio, mis padres ya me mandaban a repartir pedidos a las clientas por las casas. Me preparaban paquetes de carne y yo los llevaba en la cartera escolar», recuerda Pepa.


Pepa ha visto cambiar el barrio y las costumbres. «Nosotros hemos ido cambiando conforme cambiaba la sociedad. Antes, las amas de casa venían a diario a comprar. Ahora la mujer trabaja fuera de casa, tiene menos tiempo y nosotros nos hemos adaptado. Por ejemplo, tenemos más cosas preparadas. Y siempre hemos hecho entrega a domicilio. La mayoría de nuestros clientes viven fuera del Casco», cuenta.


¿Y a partir del día 31 de julio? «No hay que parar, algo haremos», asegura Pepa con una sonrisa mientras atiende a las últimas clientas.