ocio nocturno

Más de la mitad de los bares del Rollo han cerrado y Heroísmo hereda sus problemas

Los vecinos de las calles de Turco y Viejos denuncian 'after' encubiertos. En la zona de Moncasi han echado la persiana 39 locales.

El Rollo, vacío
Más de la mitad de los bares del Rollo han cerrado y Heroísmo hereda sus problemas de saturación
ARANZAZú NAVARRO

Año 2000. Calle de Moncasi, plena zona Rollo de Zaragoza. Cualquier viernes, cualquier sábado. Son las 4.00 y las calles están llenas de jóvenes que beben y hablan a gritos, mientras los vecinos pasan otra noche en blanco. Año 2011, Heroísmo y calles aledañas. Cualquier día del fin de semana. De nuevo, de madrugada, la zona parece tomada por un gigantesco botellón que se engrosa con los clientes que, en virtud de la ley antitabaco, salen a fumar continuamente a la puerta de los bares. Los lugares cambian, pero el problema y las molestias se mantiene.

Los vecinos del entorno de Moncasi llevan más de una década en pie de guerra. En este tiempo han conseguido clausurar -tras más de 1.200 escritos, mediciones de decibelios, llamadas de madrugada a la Policía y denuncias en el Juzgado- más de la mitad de todos los bares que había en la zona. Según las últimas estadísticas de la Asociación La Huerva contra el Ruido, han cerrado 39 -algunos tan conocidos como El Chelus o La Enagua-, aunque en la zona -que sigue considerándose saturada- quedan 27 abiertos, muchos de los cuales se han reconvertido en locales de comida rápida.

No obstante, en la asociación insisten en que, aunque la algarabía derivada del ocio nocturno se ha debilitado, no ha desaparecido del todo. De hecho, algunos grupos que los vecinos identifican como de 'latin kings' se han hecho fuertes en determinados bares. «Tenemos denuncias por diversas deficiencias contra casi todos los locales que siguen abiertos, bien por los horarios, bien por su permisividad al dejar entrar a menores. Aún queda mucho por hacer para que respeten nuestro derecho al descanso completamente», explica Ignacio Sáenz de Cosculluela, de La Huerva contra el Ruido.

En el entorno de La Magdalena, son otros los vecinos que aseguran haberse convertido en «el nuevo Rollo». El auge de bares de tapas, veladores, locales nocturnos y 'after' encubiertos ha estallado en el entorno de Heroísmo. «Hay ruido las 24 horas -explica Javier Arce, vecino de esta calle-. Las terrazas ponen los veladores por la tarde, siguen las cenas en la calle, después los bares nocturnos, en los que las copas se toman en la calle para poder fumar, y para cerrar, a las 6 de la mañana llegan los últimos del Casco a algunos 'after'», asegura.

En esta calle en concreto, muy estrecha y cerrada, hasta la recogida de la basura causa un nivel de ruido importante. Laura vive en Heroísmo y al lado de un conocido local de copas. Tiene suerte de que su piso no linde con las zonas en las que se acumula gente de madrugada, pero insiste en que los vecinos están hartos de tener que pedir que la gente se levante del velador para poder entrar en casa. Peor fue la experiencia de su vecina Belén, que vivía justo encima de una discoteca de la zona y, harta de no poder conciliar el sueño, optó por mudarse del barrio.

Bares en bajos cerrados

Raquel vive en la calle de Turco y ve cómo, cada fin de semana, algunos locales abren a partir de las 5 de la mañana, o cierran mucho más tarde de su hora. Su marido sale sobre las 6.00 hacia el trabajo y, el fin de semana, se cruza con cristales, botellas y mucha fiesta en la calle. «Hay bajos en los que la gente llama a una puerta que no tiene pinta de bar. Cuando le abren, resulta que es un garito», corrobora otra vecina. Otra de las afectadas es Teresa, que ha asistido a una eclosión de bares en los últimos diez años. «Vivo en un entresuelo, y los sábados y domingos por la mañana me encuentro bebidas en la repisa de la ventana», explica. Además, como el resto, lamenta que aunque pintaron los edificios hace poco, los grafitis no se han hecho esperar y dan un aspecto sucio a las calles.

No obstante, y como casi todo, hay realidades que no desaparecen, solo se transforman. El Casco Viejo y la Zona se mantienen en la brecha, aunque esta última con un perfil de cliente algo mayor que el de hace años, y que oscila entre los 30 y los 40 años. Por su parte, los vecinos del Casco aseguran que lo suyo es un «subsector» que se reinventa continuamente para salir del paso. «Los inviernos son un poco más tranquilos, aunque con la ley antitabaco la gente sale a la calle igual. Además, las fiestas de Erasmus y universitarias han relanzado estos bares las noches de los jueves. Pocos cumplen el horario, y te pegas la mitad de la noche sin pegar ojo», reconoce Marisa, inquilina de la zona.

Sanciones por incumplir horarios

Tanto aquí como en la Zona, los horarios de cierre siguen protagonizando las principales desavenencias entre propietarios de viviendas y locales. Mientras los consultados, tanto en el Rollo, como en Heroísmo y la Zona insisten en que ninguno echa la persiana a las 3.00 de la mañana sino que prolongan la fiesta hasta las 5.00, la asociación de Cafés y Bares cree que el problema es otro.

«La mayoría de los bares con licencia hasta las 2.30 o 3.00 cumplen, porque de lo contrario se arriesgan a ser sancionados. Lo que sí es posible es que, como ahora la gente tiene que salir a fumar, la sensación de ruido en la calle se multiplica», explica Jorge Bernués, gerente de la asociación. No obstante, este diario tiene constancia de que periódicamente se imponen sanciones a céntricos locales que alargan la noche utilizando algunas tretas como llevar a los clientes a zonas y patios traseros simulando el cierre a la hora pactada.

Por otro lado, Bernués añade que los locales que actúan como 'after' lo hacen de forma ilegal, ya que esta opción desapareció tras la norma de 2005. «En estos casos, la Policía es muy severa y, si existen, estarán reiteradamente denunciados y al borde de la revocación de licencia», concreta.


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