TRANSPORTE PÚBLICO

Los primeros bocinazos del 'Para, mira, pasa'

Peatones, ciclistas y conductores aprenden estos días a convivir con el tranvía. Algunos lo hacen a _regañadientes y otros, aún inmersos en un caos de vallas, viven un idilio escuchando las campanitas del Urbos 3.

Los primeros bocinazos del 'Para, mira, pasa'
Los primeros bocinazos del 'Para, mira, pasa'
ESTHER CASAS

Señora, espere señora, ¿no ve que está en rojo y va a pasar un tranvía?». Haciendo caso omiso a las indicaciones, la inquieta peatón agarra con fuerza sus bolsas, inicia un temerario 'sprint' y -convertida en una suerte de Usain Bolt- cruza por delante del flamante Urbos 3. A esta estampa le sigue otra en la que una ambulancia invade la plataforma tranviaria para ir hacia los hospitales hasta que, oh sorpresa, máquinas que trabajan en las vías le hacen bajarse a la calzada donde más de un coche da marcha atrás y otros ocupan la acera. Aprovechando que la Policía Local está pendiente de la emergencia, un par de turismos giran a la izquierda, en una escena en la que solo falta la banda sonora de Benny Hill de fondo.

¿Será fácil convivir con el tranvía? «Más que con las obras, seguro que sí», dice Angelines Used, vecina de Gran Vía, mientras busca un hueco entre el vallado por donde cruzar. Angelines dice ser una firme defensora del tranvía pero reconoce que también ha sufrido sus daños colaterales: «Antes tenía una chica que me venía a limpiar la casa, pero ahora es imposible porque con las obras se llena todo de polvo día sí día también».

Los peatones -'asilvestrados', según algunos policías- continúan cruzando estos días por donde les viene en gana. En diagonal, en zig zag, por encima de los parterres o por el paso de cebra, sí, aunque esperando que cambie el semáforo sobre los raíles que ya están en uso. «Que somos cabezones y algo ingobernables, eso ya lo sabían antes de empezar», comenta Manuel Arilla, un jubilado que, como todos los días, ha ido a 'controlar' la obra y se enreda al recitar aquello de «Pasa, mira, corre», dice...

Con peor humor lo llevan los conductores que han rebautizado a estas arterias de la ciudad como 'Mini Vía' y 'Fernando el Caótico'. El que solo quede un carril para la circulación, sumado a las nuevas señalizaciones (se prohíben los giros a la izquierda que hasta hace unos meses eran habituales), provoca recelos y miradas de desprecio al metro ligero por mucho que este les salude con la campanita.

A pesar de que la zona se abrió a la circulación hace casi una semana, el Ayuntamiento recomienda una y otra vez -atribuyendo los problemas a la estación de Cercanías- que se evite circular por esta zona y que se mantenga el uso de itinerarios alternativos y de los cinturones de ronda. También en la casa consistorial la oposición no solo critica la hipotética gratuidad del tranvía durante unas semanas, sino que CHA ayer solicitó «mayor seguridad» para los usuarios de Gran Vía porque «al abrir los espacios al público sin que estén entregadas las obras, se puede generar problemas para determinar la responsabilidad en el caso de que ocurra algún accidente».

Por fortuna, de momento, solo ha habido sustos, bocinazos y alguna que otra bronca -acusación de «afán recaudador» mediante- cuando la Policía multa a los conductores que -algunos inconscientemente- hacen una 'pirula'. Tras esta primera prueba de fuego, los convoyes del tranvía que ayer completaron todo el circuito, incluso dando la vuelta por el bulevar central a la altura de la calle de Royo, no volverán al centro de la ciudad hasta dentro de unos días. Tres de los cuatro trenes entregados por CAF se concentrarán ahora en la zona de Vía Ibérica, mientras que el cuarto permanecerá en cocheras realizando pruebas internas.