CHABOLISMO EN ZARAGOZA

Los olvidados viven en casas abandonadas

La crisis ha disparado el fenómeno de la infravivienda. El plan de erradicación del chabolismo atiende a 30 familias en Zaragoza, pero Cáritas y la Asociación de Promoción Gitana advierten de que muchas más malviven en casas ocupadas, como en San Juan de Mozarrifar.

Las casas están junto a una carretera, cerca de San Juan de Mozarrifar (al fondo)
Los olvidados viven en casas abandonadas
P. F.

Yolanda Giménez -35 años y 8 hijos- empuja un tablón y muestra su vivienda, en la avenida Zaragoza, en las afueras del barrio de San Juan de Mozarrifar: un salón con un sofá desvencijado y una tele de gran tamaño, una estufa de leña, plásticos para tapar las ventanas, un dormitorio, una lavadora que no funciona porque no hay agua, una nevera y una pequeña cocina de gas.


Ocho familias (unas 50 personas, aunque el número varía) malviven en casas ocupadas o caravanas en este asentamiento. Los primeros entraron hace cuatro o cinco años y los últimos llevan unas semanas. Dicen que el dueño vive en Barcelona y les deja estar ahí. No tienen agua y cogen la luz de la red. Los pequeños están escolarizados en el colegio de San Juan y los mayores, en el instituto de Parque Goya.


Son la punta del iceberg del fenómeno creciente de la infravivienda. Cáritas y la Asociación de Promoción Gitana de Zaragoza advierten de que hay muchas familias en situación de exclusión social habitando viviendas indignas, y piden mayor implicación de las instituciones para atenderles.


Tres trabajadoras sociales de Cáritas y la Asociación Gitana van a ver a los ‘ocupas de San Juan’ un par de veces al mes. Aunque reconocen que no pueden hacer mucho por ellos. «Son los grandes olvidados. Llevan mucho tiempo viviendo en malas condiciones pero no tienen ayudas porque no están empadronados en Zaragoza. Y no pueden entrar en el plan de erradicación del chabolismo porque sus viviendas no se consideran chabolas», explican las mediadoras.


«Me gustaría un pisico con agua para poder bañar a los críos. Mi marido se va por la mañana a chatarrear y está todo el día por ahí. Yo atiendo a los chicos (entre 3 y 18 años). Por la tarde vamos a buscar agua y comprar algo de comida. Yo no he ido al colegio nunca. Me gustaría un futuro mejor para mis hijos», afirma Yolanda.


Algunos han fracasado en programas anteriores de realojo. Mari Carmen Giménez -29 años y 6 hijos- cuenta en primera persona la historia del chabolismo en Zaragoza: «De cría vivía en la Quinta Julieta. Luego nos tiraron de allí y nos fuimos a Torres de Berrellén. Me casé con 13 años y fui poco al colegio. Luego hicimos chabolas, después estuvimos en los barracones de Cogullada (del Plan de Erradicación del Chabolismo de 2003), en Gallur y llegamos aquí».


Otros han llegado a esta barriada por diferentes caminos. «Siempre he vivido en una casa y me cuesta estar aquí, sin agua ni baño. Se me hace muy difícil vivir así. Trabajé de interna, pero tuve problemas con mi pareja y me tuve que ir. Unos amigos me avisaron de que podía venir aquí», cuenta otra mujer, madre de dos hijos, que pide no dar su nombre.

Programa de realojo e inserción social

Las entidades sociales afirman que el plan de chabolismo (oficialmente, Programa de Realojo e Inserción Social, fruto de un convenio entre Ayuntamiento, DGA, Cáritas, Asociación Gitana y Fundación Ozanam) funciona muy bien, pero es insuficiente para atender el problema de la infravivienda.


El programa atiende ahora a 30 familias, que vivían en los asentamientos chabolistas del entorno del Príncipe Felipe y de Cogullada. La mayoría ya están viviendo en pisos de alquiler. «Nuestro programa tiene dos partes: realojo e inserción social. No vale solo con dar una vivienda, hay mucho trabajo de mediación con ellos, es un proceso a largo plazo», afirma el director del programa, Paco Raimundo.


«En 2009 hicimos un censo cerrado de familias para ser más eficaces y eficientes. Para llegar a más gente, se tendría que hacer otro programa o cambiar las directrices del que tenemos ahora. Hay muchos tipos de infravivienda. El chabolismo solo es una pequeña parte», reconoce Paco Raimundo.


«En Zaragoza llevamos muchos años trabajando muy bien para erradicar el chabolismo y eso nos ha permitido estar mejor que otras grandes ciudades. Pero la realidad cada vez es más compleja. Hay muchas formas de infravivienda que no son chabolas, mucha gente en situación de exclusión social a la que no se está atendiendo», afirma Cristina García, coordinadora de Proyectos de Intervención Social de Cáritas Zaragoza.


«Habría que ampliar el programa actual de chabolismo o crear uno nuevo. Las Administraciones deberían ser conscientes del problema. Hace falta una apuesta política por este tema, con presupuesto. Hay que ser creativos, flexibles, pacientes y trabajar coordinadamente», subraya Cristina García.