ESPECIES INVASORAS

Las cotorras argentinas colonizan Zaragoza

Este tipo de aves continúa expandiéndose a varios puntos de la capital aragonesa. Echegaray y Caballero, el entorno de la Universidad, Fernando el Católico o el paseo de la Constitución, entre las nuevas zonas de anidamiento.

Nido en el paseo de la Constitución
Las cotorras argentinas siguen colonizando Zaragoza
P. Z.

Quién sabe si todo esto empezó con una inofensiva pareja de cotorras comprada en una pajarería, como en la célebre película de Hitchcock 'Los pájaros'. El hecho es que, en la actualidad, en Zaragoza existen alrededor de 1.500 ejemplares de cotorras argentinas que vuelan a sus anchas. No tienen depredador y el clima es idóneo para esta especie.


En el último año, estas aves se han extendido por diversos puntos de la ciudad. Desde el parque Tío Jorge, uno de sus hábitats originarios hasta el paseo de la Constitución, Fernando el Católico o Echegaray y Caballero, entre otras zonas.


La molestia que generan estas aves se centra en el ruido que provocan, sus excrementos en monumentos y espacios públicos y el crecimiento descontrolado, con la proliferación de nidos de considerable volumen (hasta 100 kilos en algunos casos), que corren el riesgo de caer en la vía pública. Los esfuerzos por parte del Ayuntamiento para controlar esta población mediante la estirilización de embriones parece que no está frenando su aumento.


En opinión de Luis Tirado, delegado en Aragón de SEO/Birdlife, es necesario analizar varios aspectos antes de emplear el actual método de control de la especie: "Habría que reflexionar sobre cuestiones tan simples como por qué se siguen vendiendo cotorras argentinas en las pajarerías, qué responsabilidad tiene que asumir quien adquiere una de estas aves, qué hace que elijan una ciudad como Zaragoza, qué facilidades tienen para alimentarse y reproducirse en este hábitat y evaluar, en líneas generales, si realmente es una plaga que hay que controlar". Tirado señala que no es un ave más ruidosa que otras que existen en la ciudad, y sus excrementos, son equiparables a las de las palomas.


En cuanto al volumen de sus nidos, Tirado indica que pueden ser un peligro y deben ser vigilados. "El Ayuntamiento de Zaragoza y la Guardería de Montes controlan periódicamente estas colonias". Por lo general, en cada nido habitan hasta ocho parejas; un número muy inferior a los nidos en su lugar de origen, Argentina, donde pueden llegar a agruparse colonias de 1.000 ejemplares en una sola ubicación. La consistencia de estos nidos varía también según la clase de árbol. Por ejemplo, las pseudoacacias, chopos y plátanos de sombra del paseo de la Constitución no son tan apropiados como los pinos del parque Castillo Palomar o las palmeras del parque Tío Jorge.


A vista de pájaro

Mientras, fuentes municipales indican que seguirán con el plan del Ayuntamiento de Zaragoza de esterilización de embriones. El proceso consiste en matar el embrión introduciendo una aguja muy fina en el huevo y dejando la cría en el interior, para engañar a las aves y que estas piensen que la camada sigue intacta. Así no intentarán una nueva puesta.


Sin embargo, Luis Tirado insiste en que este procedimiento es la última opción que debería contemplarse. "Mientras una población siga teniendo facilidad para encontrar alimento y condiciones para reproducierse en una clima favorable y sin depredadores, seguirá aumentando. El descaste no sirve. Para atajar esto hay que establecer un plan a largo plazo", afirma Tirado. Para ello incide en el estudio de los hábitos y costumbres de las cotorras para controlar su número, si es necesario.