PATRIMONIO

Inquietud por el futuro de las Murallas Romanas tras las obras del tranvía

CHA critica la supresión del entorno ajardinado y Apudepa espera «alguna acción tranquilizadora» del Ayuntamiento. La empresa adjudicataria recuerda que se está cumpliendo con todas las normas.

Denuncia los daños causados en los árboles del trazado
Inquietud por el futuro de las Murallas Romanas tras las obras del tranvía
GUILLERMO MESTRE

Las Murallas Romanas han contemplado Zaragoza durante casi dos mil años, pero las obras del tranvía pueden trastocar esa existencia. Según denunció la concejala de CHA en el Ayuntamiento de Zaragoza, Leticia Crespo, los trabajos de la fase 2 dañarán la construcción del siglo III. De acuerdo al actual plan de obras, la zona ajardinada desaparece, y los muros quedan desprotegidos. El problema no radica tanto en los posibles actos de vandalismo como en la peor conservación del monumento. El entorno pavimentado favorece que las sales subterráneas se filtren al alabastro de la construcción romana y la deterioren.


La incertidumbre por el futuro de las Murallas se ha extendido a otras organizaciones. Carlos Bitrián, miembro de la Junta de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Público (Apudepa), demanda al Ayuntamiento un mayor control: «Deben adoptarse las más estrictas condiciones de seguridad. Si existe alguna duda, se tiene que estudiar el caso muy rigurosamente».


Los técnicos municipales se comprometieron a estudiar las mejoras propuestas, mientras que la empresa Los Tranvías de Zaragoza recuerda que las obras cumplen con todos los trámites exigidos: «Se están dando los pasos previstos, y no se plantea dar ninguno más».


Sin embargo, Apudepa espera una mayor transparecia del Ayuntamiento. Bitrián admite que una declaración del Consistorio sobre su actuación al respecto «transmitiría tranquilidad», ya que la situación actual no es muy esperanzadora: «Queremos creer que hay un estudio de patrimonio, que incluya las medidas que se están tomando para protegerlo, pero todavía no sabemos nada al respecto».


Ignacio Iraburu, portavoz de Los Tranvías de Zaragoza, se remite al anejo arqueológico incluido en el plan de obras. En la documentación adjunta se recoge el estudio de todo el equipo de arqueólogos, «responsables del rigor que va a haber en todas las fases de los trabajos». Ese mismo grupo de investigadores será el encargado de evaluar las modificaciones propuestas por CHA para las murallas romanas. También formará parte del comité el arquitecto Iñaki Alday, autor del paseo peatonal de Gran Vía y el resto de la integración urbanística del tranvía. Si no existiera un acuerdo entre el dictamen y las propuestas, la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de la DGA tendría la última palabra.


Todo el patrimonio, blindado


El trazado del tranvía no solo afecta a las Murallas Romanas, sino que pasa por otros puntos de gran valor cultural, como es el caso de la cruz del Coso o el barrio musulmán de Sinhaya, enterrado bajo el paseo de la Independencia. La organización afirma que la protección de estos monumentos está «más que garantizada», aunque su portavoz recuerda que la arqueología no es una ciencia exacta: «La obra no excluye que no vaya a aparecer nada, pero todos los hallazgos serán cuidados al máximo detalle».


La cruz del Coso es un monumento destruido en 1808, cuyo origen se remonta hasta la Edad Media. Los trabajos no dañarán las ruinas, situadas en la plaza de España, porque estas quedan a la derecha de la fuente, fuera del trazado del tranvía, que gira a la izquierda. A pesar de la proximidad de los trabajos, Iraburu añade que tampoco hay que temer las vibraciones, porque están dentro de unos niveles que «no causan problemas».


Los peatones que cruzan el paseo de la Independencia se preguntan a menudo por la barriada musulmán que yace bajo el pavimento, que fue descubierto en 2002. Sin embargo, la empresa adjudicataria afirma que los trabajos en esta vía están cuidados al detalle para evitar dañar ese valioso patrimonio. Según declara su portavoz, los trabajos del tranvía alcanzarán una profundidad máxima de 50 centímetros, muy por encima del barrio de Sinhaya.


Durante estos días pueden observarse catas que superan el medio metro, pero Iraburu matiza que no afecta a los restos musulmanes, sino que se realizan en zonas de servicios. Estos trabajos tratan de aprovechar las obras en el paseo para arreglar tuberías e instalaciones eléctricas causando el menor número de problemas posible.