PARQUE DE LA GRANJA

"Está recién reformado. Lo importante es que dure"

Cuatro vecinos del zaragozano barrio de San José alaban el estado en el que se encuentra el pulmón verde de su distrito, aunque echan en falta una mayor educación medioambiental de los usuarios y una renovación de la flora.

Isabel Aína, Charo Gómez, Manuel Crespo y Miguel Marco, en el parque de La Granja.
"Está recién reformado. Lo importante es que dure"
LAURA URANGA

El parque de La Granja es a día de hoy una gran zona verde de 3,5 hectáreas en el barrio de San José, con zonas de juego infantil y de mayores, pistas de petanca, un importante lago, grandes avenidas para el paseo y mucha sombra. Pero no siempre fue así. “Hace unas décadas, todo este terreno eran granjas experimentales. De hecho, la Granja Agrícola de Zaragoza fue el embrión del Aula Dei y era de referencia nacional. Aquí se llevaban a cabo investigaciones agrícolas. Había cultivos de cereales, alfalfa, remolacha, etcétera”, cuenta Isabel Aína, de la Asociación de Vecinos San José-La Granja. Las instalaciones de experimentación dejaron de funcionar hacia los años cuarenta, pero el suelo siguió siendo propiedad de la DPZ y no se le dio otro uso.


“Cuando éramos pequeños, veníamos a los alrededores de las granjas a jugar. Lo hacíamos un poco a escondidas”, recuerda Manuel Crespo, un vecino del barrio zaragozano que en la actualidad frecuenta el parque junto con su esposa. “Nuestros hijos sí que han podido disfrutar de un entorno en condiciones”, apunta Manuel.


Miguel Marco, otro vecino de 69 años, recuerda que “todo esto eran antes bancales” y estima -a toro pasado- que hubiera sido una buena idea mantener alguna de las huertas para uso de los ciudadanos, como hicieron en otras zonas como los Jardines de la Memoria.


El parque se construyó en dos fases. Primero, se levantó el colegio Calixto Ariño y el centro deportivo municipal y, alrededor, una zona ajardinada. Y en 1982, se amplió el núcleo natural hasta los raíles del ferrocarril. “Todavía hoy -que ya están cubiertas las vías del tren- un gran muro divide el barrio en dos en el límite del parque. Es la cicatriz que queda en San José”, se queja Aína.


El centro sociolaboral de San José hace sus prácticas en los jardines de La Granja y sus estudiantes son quienes más detectan las carencias y puntos flacos de este parque. “Lo bonito es que los vecinos lo viven y sienten como suyo, pero hace falta mayor educación medioambiental. No es normal que nuestros chavales del taller hagan zonas ajardinadas con flores de temporada, y en menos de una semana hayan desaparecido. Y en el lago, había patos, pero también ‘volaron”, alerta Gómez.

Lavado de cara hace dos años

Después de medio siglo sin reformarse, finalmente, hace dos años, se remodeló: se cambió el alumbrado público y el mobiliario urbano. “Estaba muy deteriorado por el uso, con raíces de árboles en la superficie, todo más asilvestrado... Ahora, que está recién reformado, está muy bien. Lo importante es que dure”, enfatiza Aína.


Gómez no es tan benévola y tilda el parque de “monótono” en lo que a la flora se refiere. “No se trata solo de mantenerlo, sino de hacerlo cada vez más bonito. Hay muy poca renovación de especies. Utilizar plantas experimentales daría mucho más colorido, por ejemplo”, cuenta Gómez, que lo ha visto crecer. “Nací en este barrio y llevo muchos años viniendo a escobar el césped”, relata. De hecho, entró en el taller sociolaboral en 1984 y, tras una breve temporada fuera de Aragón, volvió de nuevo en los 90.


Con el colegio Calixto Ariño y el centro deportivo municipal en sus inmediaciones, no es extraño ver a padres con sus niños en las áreas de juego infantil o a jóvenes jugando al balón junto al anfiteatro. “Del anfiteatro teníamos muchas expectativas, pero no se ha sabido aprovechar”, lamenta Crespo.