VIOLENCIA MACHISTA EN ZARAGOZA

La joven fue acuchillada por la espalda cuando le anunció a su marido que quería separarse

Las discusiones entre el matrimonio eran frecuentes últimamente, pero no había denuncias previas. El presunto agresor, Miguel I.C., además de llamar a la Policía para confesar el crimen, se lo comunicó a varios amigos y familiares.

Tatiana R., la joven asesinada
El marido de la joven asesinada la acuchilló por la espalda cuando le pidió la separación
MAASZOOM

Tatiana R., la joven asesinada este jueves en Zaragoza en un acto de violencia machista, le había comunicado con antelación a su agresor, Miguel I.C., con quien llevaba más de tres años casada, su intención de separarse de él y empezar a vivir con su madre en otro piso, según han indicado diversas fuentes a la Agencia MAASZOOM.


Las discusiones, junto a supuestas amenazas, eran frecuentes últimamente en el matrimonio, aunque la víctima no había presentado ninguna denuncia. Según estas fuentes, el agresor tenía un carácter obsesivo, era muy celoso, vigilaba todos los movimientos y llamadas de su mujer y a veces se mostraba irascible, tanto con ella como con su madre, que vivía con ellos desde hacía casi un año. Miguel I.C. acusaba a esta última de ser la causante del deterioro de la relación y un día del pasado mes de octubre la echó de casa de improviso. Pero las cosas no mejoraron y Tatiana había tomado la determinación de poner fin a la convivencia y alquilar otro piso con su madre. Tras comunicárselo, y cuando al parecer estaba recogiendo algunas cosas, le clavó un cuchillo varias veces por la espalda, causándole la muerte inmediata.


El agresor confeso, de 51 años de edad –aunque inicialmente se difundió que tenía 40 años- llevaba casi tres años en paro, tras estar empleado en el sector de la construcción. Tatiana residía en España desde hacía seis años y trabajaba como camarera. Tenía 29 años, había nacido en Kazajistán pero tenía nacionalidad rusa. Su sueldo y las aportaciones de la madre eran el único dinero que entraba en la casa desde que él dejó de cobrar el paro y el subsidio. Miguel le exigía además a su mujer que se lo entregara íntegramente para administrarlo él y Tatiana no tenía siquiera tarjeta bancaria a su nombre.


Tras el crimen, el hombre llamó a la Policía para confesar lo que había hecho y aún le quedó tiempo para decírselo a algún familiar y algún amigo, al que pidió que se llevara el perro para cuidarlo en su ausencia.