San Cristóbal

Día de romerías y bendiciones sobre ruedas

Unos 400 vehículos pasaron ante el santo en Caspe, mientras en Munébrega volvieron a disfrutar de una fiesta de Interés Turístico.

El santo danzó al ritmo del 'Ton' de San Cristóbal, tradición en Munébrega.
Día de romerías y bendiciones sobre ruedas
SILVIA LACáRCEL

Un año más, el día en honor de San Cristóbal llenó de celebraciones y romerías de Zaragoza. La tradicional bendición de vehículos de Caspe o el repetitivo 'Ton' de Munébrega marcaron la jornada, pero también hubo vaquillas, charangas y almuerzos en otros municipios de la provincia.


En Caspe, más de cuatrocientos vehículos (entre camiones, autobuses, coches, motos e incluso bicicletas) recibieron la bendición del patrono de la carretera: San Cristóbal. Las fiestas que organiza la cofradía homónima han vuelto a tener una gran participación.


El día empezó con el segundo trofeo de natación para categoría infantil, mientras los vehículos se iban concentrando para participar en el desfile y bendición.


Uno de los momentos más emotivos y esperados de la jornada fue la proclamación del Volante de Oro, distinción que los profesionales de la carretera entregan a un compañero. Son los antiguos galardonados los que deciden quién va a recibir el premio, que este año recayó en Miguel Vallestí. Además, hace unos años la directiva estableció otra distinción, el Volante de Plata, que se entrega a aquellos que se han distinguido por su apoyo a la cofradía. En esta ocasión, recayó en Miguel A. Faci, el anterior presidente. En este caso, es la junta directiva la que decide a quién se entrega el volante de plata. Los actos que cerraron las fiestas fueron un festival de jota y una gran traca.


En el caso de Munébrega, en la comarca Comunidad de Calatayud, la tradición manda que hay que madrugar para asistir a la romería de San Cristóbal. Se trata de una celebración que organizan los priores de una cofradía que tiene su origen en 1573.


La originalidad de los actos y su continuidad a lo largo de siglos, hicieron que en 1996, esta fiesta fuera declarada de Interés Turístico Regional por el Gobierno de Aragón.


Entre pinos y cuando el sol todavía no calentaba, los vecinos acuden a la misa en la ermita del santo. Después, los grupos de amigos, familiares y los miembros de la cofradía almuerzan antes de iniciar el descenso al pueblo con la peana del santo y dos pesados pendones, que se ondean sobre las cabezas de los presentes.


Como manda la costumbre, las prioras subieron al pinar con el amanecer para preparar un chocolate que se reparte entre las autoridades, los priores o el sacerdote, cuando llegan a la ermita. Los participantes no pararon de bailar al ritmo del popular y repetitivo 'Ton' de San Cristóbal y con ellos a hombros de unos y otros, también danzó el santo.


Un año más, la bajada se hizo más llevadera gracias al reparto de bebidas frescas que se repartieron desde un remolque que abría la romería y que entró en la plaza sobre las 15.00. Allí tuvo lugar entonces la rifa «con productos y regalos que la gente hace al santo, al patrón», explicó el alcalde, José Félix Lajusticia. «Después se lee la lista de priores del año siguiente», concluyó el regidor, que también disfrutó de la fiesta con sus vecinos.


Otros municipios como Muel o el pueblo de colonización de Valareña, que depende de Ejea, disfrutaron de actos tan populares como las vaquillas, las verbenas o los almuerzos. La misa y posterior bendición de coches también es tradición en Muel.


El pasado fin de semana ha servido para calentar motores para las fiestas, que el próximo sábado se extenderán a numerosos municipios de todo Aragón: Maluenda, Mallén, Pastriz o Cuarte de Huerva.