Cinco siglos de concordia

La Almunia y Ricla van a conmemorar este otoño que hace cinco siglos los vecinos de ambos municipios fueron capaces de alcanzar un acuerdo sobre la utilización de un recurso que todavía hoy es motivo de discusiones y enfrentamientos en distintos territorios. Esta zona de la provincia debe su fértil vega y la tradición agrícola que la ha hecho conocida al río Jalón, así como al entendimiento para el reparto del agua que los dos pueblos suscribieron en la Concordia de Ricla.

Así se llamó porque fue precisamente en esta localidad donde se firmó el documento que contenía las condiciones que iban a regir la distribución de tan preciado elemento. Con la acequia de Michén, el agua llegaba hasta Ricla, y la que escurría apenas regaba la huerta de Cabañas, el poblado que posteriormente dio origen a La Almunia.

Corría el año 1510 cuando los Concejos de ambas localidades se reunieron para decidir cómo regular el reparto y qué contraprestaciones se habían de fijar si del agua del Jalón también se beneficiaban los almunienses. Los de Ricla se juntaron el 3 de abril, los de La Almunia un día después, y los acuerdos que consensuaron se firmaron ante notario.

Entonces, se construyó la acequia Nueva, como se sigue llamando hoy, que continuaba la de Michén hasta La Almunia. "Fue un esfuerzo muy grande, pero en aquellos momentos La Almunia era una zona de pastos y no había agua para regar", explica Pedro Gil, presidente del Sindicato de Riegos de la acequia Nueva.

Esta obra de 11 kilómetros hizo posible la creación de unas 1.300 hectáreas de cultivo nuevas. Y la agricultura de la actual cabecera de Valdejalón comenzó a despuntar gracias a aquella Concordia. Cuatro siglos después, en 1959, llegaría otra infraestructura hidráulica: el embalse de La Tranquera, y ahora se espera el final de Mularroya.

Por aquel acuerdo, los de La Almunia se comprometieron a pagar la mayor parte de la acequia y a construir para el señor de Ricla, Francisco de Luna, el molino de Cánova, que se usó hasta los años 60 del siglo pasado, y se derribó hace tres años, no sin falta de polémica.

A través de un azud que se creó en el Jalón en el término de Chodes, y que "fue una obra muy bien estudiada porque después de 500 años prácticamente no necesita mantenimiento", el agua se derivaba a través de la acequia de Michén hasta Ricla. Desde este término al vecino continuaba por la obra Nueva, y después, aún se regaban con el agua sobrante alrededor de 800 hectáreas de Calatorao, a donde el suministro llega por otro tramo de acequia que vuelve a retomar el nombre de Michén.

Por sus dimensiones, con una altura de 3 metros y una anchura de 4, la acequia Nueva tiene gran capacidad de riego. "Lo que interesaba -explica Gil- era aprovechar las famosas jalonadas". Cuando el río baja después de las tormentas "trae gran cantidad de limos, materia orgánica y minerales que se aprovechaban como abono para los campos".

Un pacto que continúa vigente

El agua que debía llegar al molino, los turnos de riego, las sanciones, la limpieza o reparación de la acequia. Todo quedaba detallado en aquellos textos que han servido en los siglos posteriores y que aún hoy siguen vigentes, aunque se han ido adaptando a las necesidades y circunstancias de cada tiempo.

Los regantes y los responsables municipales de las dos localidades descubrieron el pasado domingo una tajadera en la rotonda de la carretera A-121. Esta se ha utilizado durante 200 años, y a modo de monumento conmemorará el quinto centenario de aquel entendimiento. En los próximos meses, habrá además unas jornadas técnicas sobre la gestión del agua en colaboración con la Eupla, publicaciones, y los dos pueblos compartirán el parque de la Concordia. Posiblemente, estará en la zona de La Planilla, en el término de Ricla y lindando con La Almunia, donde se quieren replantar algunos olivos, que de lo contrario, quedarán inundados por el futuro embalse de Mularroya.