DENUNCIA CIUDADANA

Bajo los escombros hay una calle

En el entorno de la avenida de Cataluña, en Zaragoza, se encuentra la calle del Castillo de Peracense, taponada por residuos sólidos que imposibilitan la circulación y la hacen parecer parte de un descampado.

La entrada a la calle desde la avenida de Cataluña, cerrada con vallas y escombros.
Bajo los escombros hay una calle
J. M.

La calle del Castillo de Peracense comienza en la avenida de Cataluña y finaliza en la calle de Ana Abarca de Bolea Así, al menos, lo indica el callejero del Ayuntamiento de Zaragoza. Una circunstancia que se puede refrendar mediante el uso de un sistema de navegación por satélite, que no duda en dirigir al conductor hacia el mismo segmento de la ciudad e, incluso, anima al conductor a introducirse con su vehículo por él

Sin embargo, la realidad de esta vía es bien distinta ya que, en la práctica, resulta imposible transitar por ella. De hecho, cuesta diferenciar a simple vista dónde está la travesía, ya que gran parte de la misma se encuentra sepultada por escombros que no dejan observar su trazado.

Sobre el mapa, el vial, situado delante de Opel Iglesias, debería rodear a un solar que en estos momentos se encuentra sin uso. Sin embargo, se puede afirmar que resulta imposible diferenciar uno y otro ya que no existe ningún tipo de separación entre ambos, conformando a efectos prácticos un mismo descampado.

Una situación que contradice al artículo 26 de la ordenanza municipal de limpieza pública, recogida y tratamiento de residuos sólidos en el que se indica que los solares sin edificar deben estar rodeados por una valla de 2,5 metros de altura. Una separación metálica que si se da respecto a la avenida de Cataluña pero inexistente con Castillo de Peracense, a la cual parece haber anexionado.

Aunque, posiblemente, aquí se encuentre la raíz del problema. A efectos legales, el espacio de la avenida de Cataluña comprendido desde la conexión con el tercer cinturón hasta el barrio de Santa Isabel pertenece al Ministerio de Fomento debido a su anterior condición de carretera nacional. Una herencia que complica el puzzle y ralentiza, o incluso paraliza, la gestión de sus equipamientos, algunos tan básicos y elementales como la propia existencia de la travesía.

La rehabilitación y apertura de este tramo, ahora inexistente, es una de las reivindicaciones de los vecinos del barrio, hartos de ver como la nada más absoluta va comiendo terreno a una zona situada a escasos minutos del centro de Zaragoza.