El diseñador Giorgio Armani quedó tan conmocionado por la tragedia ocurrida en Japón el pasado mes de marzo que le dedicó su desfile en París al país del sol naciente. Además, según un comunicado de la casa, el modisto apoya un programa de ayuda de la Unesco para los niños de las familias afectadas por el terremoto y el tsunami.

La influencia del Lejano Oriente en sus diseños de alta costura para la temporada otoño/invierno 2011/2012 es manifiesta, pero elegantemente dosificada. Por la pasarela desfilaron faldas ajustadas por debajo de la rodilla o pantalones combinados con chaquetas de marcados hombros, cortados en crêpe de lana negro y adornados con apliques de seda.

Junto a ellos, otros motivos nipones como los estampados de flor de cerezo, amplios cinturones que recordaban a los de los tradicionales obis, peinados de geisha y refinados pliegues que derrochaban elegancia y exotismo. Con todo, el modelo que causó más sensación fue un vestido naranja realizado a base de filas de barritas que recordaba a los tatamis japoneses.

Alta costura

Los desfiles de alta costura arrancaron el lunes con la primera colección de la casa Dior sin el diseñador John Galliano, que fue despedido en enero por acusaciones de antisemitismo. Bajo la batuta de su asistente durante años, Bill Gaytten, nació un colorido desfile donde no faltaban ideas, pero se extrañaba un hilo conductor.

Aunque supuestamente se inspiraba en el famoso arquitecto Frank Gehry, los diseños parecían más bien salidos de un circo: propuestas surrealistas con aires arquitectónicos -círculos, cuadrados y estampados psicodélicos- desfilaron junto a vestidos hippys y trajes "new look", faldas de tulipanes y corpiños con pompones.

Los tonos chillones y elementos arlequinescos hicieron que las modelos parecieran figuritas de juguete. A Gaytten y su asistente, Susanna Venegas, no les falta talento, pero el futuro de Dior, como el de la alta costura, seguramente no estaba en este desfile.