Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Sherlock Holmes. Una sal poco común

En el enigma molecular de octubre encontramos a Sherlock Holmes rodeado de vapores de ácido clorhídrico y extasiado tras identificar una sustancia química: el bisulfato de barita. Alertados sobre un error científico del ilustre detective, nuestros sabuesos concursantes han descubierto otras sales de bario que encajan mejor en la escena.

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ARCHANGELI

NO TAN INFALIBLE

A pesar de su fama de infalible, en el último enigma molecular nos permitimos el lujo de dudar del mismísimo Sherlock Holmes. Su ayudante, el doctor Watson, lo describía como «un químico de primera clase». Más allá de la devoción de su fiel colega, en 2002 la Royal Society of Chemistry reconoció a Holmes como miembro de honor especial, por ser el primer detective que usó la química como método de detección.


Pero si hasta los más grandes científicos de carne y hueso se equivocan, ¿por qué no iba a poder errar un detective de ficción? Lo primero que llama la atención es el nombre del compuesto presuntamente detectado por Holmes, en un pasaje de su aventura ‘Un caso de identidad’. Recordemos el diálogo, en un ambiente dominado por «el olor picante e inconfundible del ácido clorhídrico»:


«–Qué, ¿lo resolvió usted?– pregunté al entrar.

–Sí, era el bisulfato de barita.

–¡No, no! ¡El misterio!– exclamé.

–¡Ah, eso! Creía que se refería a la sal con la que he estado trabajando».


El «bisulfato de barita» no está bien nombrado. Quienes hayan estudiado algo de química, pensarán más bien en el bisulfato de bario, cuyo nombre más correcto es hidrogenosulfato de bario.


Esta sería una solución demasiado «elemental, querido Watson». Como ya advertimos en el planteamiento del enigma, no es una simple cuestión de nomenclatura. Hay mucho más en este caso. Aunque lo nombremos correctamente, la concursante María Teresa Quirós nos indica que «el bisulfato de bario es una curiosidad química, ya que se descompone con agua, por lo que es muy inestable y no tiene apenas interés».


El siguiente sospechoso podría ser el sulfato de bario. Podemos pensar que Conan Doyle quiso adornar ese compuesto para que sonara más rimbombante como «bisulfato de barita». De hecho, la barita en realidad es un mineral formado por sulfato de bario. Pero resulta muy extraño que Holmes dedicase su tiempo a investigar este compuesto. «El sulfato de bario no es una sustancia tóxica, el cuerpo lo elimina y tiene aplicación en medicina», señala José A. Pérez.


¿Qué otra sal de bario podría ser? El enigma contenía una pista olorosa que nos induce a descartar el sulfato de bario. En el libro, Watson detecta «el olor picante e inconfundible del ácido clorhídrico» en casa de Sherlock Holmes. Podríamos pensar que Holmes usó el ácido «como disolvente para aislar una sal de bario», explica Víctor Roda. Pero el sulfato de bario no se disuelve ni en ácido clorhídrico hirviendo.


Buscando sales de bario que sí se disuelvan en ácido clorhídrico, llegamos al sulfuro de bario. Este compuesto es fosforescente, absorbe la luz y la emite después, como las estrellas que se pegan en el techo de las habitaciones. Así que el sulfuro de bario podría ser la sustancia con la que se impregnaba la boca de ‘El perro de los Baskerville’ (otra aventura de Sherlock), para darle un aspecto fantasmal en medio de la noche. Además, es un compuesto muy tóxico.


Otro sospechoso sería el carbonato de bario «si se trataba de un veneno para resolver un caso, pues se usa como matarratas», nos recuerda Héctor Artigas. Y Beatriz Lagunas nos da otra interesante hipótesis: Holmes utilizó el clorhídrico no para identificar un compuesto, sino para sintetizarlo. Siguiendo una típica reacción ácido-base, la sal obtenida podría ser el cloruro de bario, un compuesto tóxico que se usa para conseguir fuegos artificiales de color verde.


MÁS INFORMACIÓN:

Un interesante enigma con química. Recopilación de 'pasajes químicos' en las novelas de Sherlock Holmes. 'La ciencia de Sherlock Holmes'. Libro de E. J. Wagner que descubre la ciencia detrás de los casos de Holmes y de crímenes reales.