Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Pasen, vean... y piensen

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'Greenland' se representa en el National Theatre de Londres. Sus creadores hablan de ella como «una obra periodística», que maneja datos reales a los que el teatro aporta emoción
teatro
HELEN WARNER

‘GREENLAND’

«Queríamos hacer una obra que estuviese basada en la investigación y que se construyese a partir de los hechos. Es, de alguna forma, una obra periodística, que trata de ser imparcial y objetiva. Lo más difícil fue reflejar la enorme complejidad del tema, toda la confusión que existe alrededor del cambio climático y también la incertidumbre. Tratamos sobre todo de crear una puerta de entrada para que el espectador se adentre poco a poco en esta cuestión», explica Ben Power, el dramaturgo que ha creado ‘Greenland’, la obra que se representa en uno de los teatros más reputados, el National Theatre del Reino Unido, un país con gran tradición teatral.


Los cientos de aristas de esta compleja piedra cristalizan mediante un punto de vista humano: a través de las historias de la ‘hija modelo’ de clase media transformada en activista ‘ecoguerrera’; la de la consejera del entonces ministro de Medio Ambiente, Ed Milliband, que busca un dato, un modelo climático revolucionario o una pieza que pueda forzar los acuerdos en Copenhague; la historia de la madre y la hija separadas por la imposición de la dictadura de la concienciación ecológica de la segunda; o la basada en la historia real del científico George Divoky, que recuerda cómo se sumergió en la geografía para ver el mundo «tal y cómo era» y recorrer así el planeta documentando el efecto del clima en diversos pájaros y animales.

«Es un tema que puede abordarse desde muchas perspectivas. Por un lado está el aspecto científico, el económico, el político, pero también cómo afecta a nuestras propias vidas o a nosotros como individuos, la forma en que pensamos o lo que soñamos. Y no queríamos incluir solo datos, sino también una parte poética», afirma por su parte Bijan Sheibani, director de la obra.


«Hay artículos de periódico, programas de televisión, mil y una páginas web donde puedes encontrar los datos, las cifras, lo que se puede hacer a la hora de llevar una vida más ecológica. Pero a nosotros nos interesa más la parte humana, las historias personales y emociones que necesitamos vivir para cambiar nuestras vidas de la forma que el cambio climático requiere», coincide Angela McSherry. «Hay cosas prácticas que podríamos, deberíamos o debemos hacer –añade–, pero requieren mucho esfuerzo por nuestra parte y necesitamos realizar un trayecto psicológico para llegar hasta allí».


'MI ÚLTIMO COCHE', REFLEXIÓN COLECTIVA

Uno de los proyectos de Tipping Point explora la historia colectiva y personal de nuestras relaciones con los coches. Se denomina ‘Mi último coche’. «Necesitamos reflexionar sobre este aspecto porque hay una gran parte de nuestras vidas que están emocionalmente vinculadas a los coches. ‘Mi último coche’ reconoce que este es el final de los coches tal y como los conocemos; necesitamos reducir su uso y el de combustibles fósiles, y significa el fin de la era en que fue utilizado como un icono, un símbolo de riqueza o una muestra de estatus», explica Angela McSherry, codirectora de Tipping Point.


«En Reino Unido hubo ciudades enteras que vivían de la fabricación e industria de los coches. Es importante reconocer –señala– esta parte de la historia para poder evolucionar, necesitamos hacer ese viaje psicológico antes de pasar página».


Para Tipping Point, en el contacto con estas emociones puede esconderse la clave. «Se trata de estimular todos los caminos que promuevan que los espectadores se involucren emocionalmente con las grandes decisiones que han de tomar, de forma que corazón y cabeza trabajen juntos en la cuestión del cambio climático de forma un poco más exitosa», concluye.