Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Mona Lisa. La sonrisa más esquiva, a examen

Hace una década, la investigadora de Harvard Margaret Livingstone llegó a la conclusión de que Leonardo Da Vinci "pintó la sonrisa de la Mona Lisa usando unas sombras que vemos mucho mejor con nuestra visión periférica". Por eso, para ver sonreír a la Mona Lisa hay que "mirarla a los ojos o a cualquier otra parte del cuadro, pero no directamente a los labios". Es "una ilusión óptica, que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes", sostenía Livingstone.

El famoso cuadro de Leonardo se exhibe en el museo del Louvre
mona lisa
EFE

EFECTO INTENCIONADO

Mona Lisa, el cuadro más popular del pintor e ingeniero renacentista Leonardo da Vinci ha dado mucho que hablar entre los científicos desde entonces. Sin ir más lejos, el año pasado un equipo de investigadores españoles demostró desde el punto de vista neurocientífico que la ‘sonrisa esquiva’ de la protagonista del retrato se puede explicar por el funcionamiento del ojo humano. En concreto, la boca del retrato de Mona Lisa se muestra seria o sonriente en función de cómo las células situadas en la retina capten la imagen y del canal del cerebro humano por el que sean transmitidas. Estos canales codifican información sobre el tamaño del objeto, su brillo, luminosidad y localización en el campo de visión. “Algunas veces un canal se impone a los demás y vemos la sonrisa, en ocasiones ganan otros y no la vemos”, explica Martínez Otero, que presentó su trabajo en el encuentro anual de la Sociedad Americana de Neurociencia celebrado en Chicago. ¿Un efecto intencionado? Todo apunta a que sí, ya que en uno de sus libros de anotaciones Da Vinci escribió que estaba tratando de pintar las expresiones dinámicas que veía en la calle a diario.


SU ESTADO DE SALUD

Por otra parte, parece que la modelo, identificada como la esposa del comerciante florentino Francesco del Giocondo, no estaba del todo sana. El experto en anatomía patológica Vito Franco, de la Universidad de Palermo (Italia), llegó a la conclusión a principios de 2010 de que la Mona Lisa muestra bajo su piel signos claros de padecer colesterol. Y sus análisis sugieren que podría tener un lipoma, es decir, un tumor formado por tejido adiposo, en su ojo derecho.


No es el único diagnóstico que se ha obtenido observando el popular lienzo. Hace algunos años el dermatólogo Daudén Sala se basó en la ausencia de pelo en cejas y pestañas para diagnosticar ‘defluvium capillorum’, es decir, una alopecia universal debida a un estrés emocional mantenido, por lo que debemos suponer que la cabellera de la modelo sería una cuidada peluca. En cuanto a la ‘pseudosonrisa’, como la describe el doctor Pastore, sería el gesto forzado por la disnea de una mujer con un cuadro de dificultad respiratoria, un estado asmático, opinión que comparte el doctor Schiarelli, quien sugiere además cierto estado depresivo. Otros médicos han identificado el esbozo de la sonrisa como típica de la sordera, mientras Royo-Villanova la califica de “ligeramente achispada o etílica”.


¿ES FELIZ?

En 2008, Bruno Mottin y sus colegas del Centro Francés para la Investigación y Restauración de los Museos utilizaron una exploración con rayos láser para sacar a la luz el finísimo velo de gasa que Mona Lisa llevaba sobre su vestido. Según el investigador está prenda era “utilizada por las mujeres italianas del siglo XVI que estaban encintas”, lo que hace sospechar que La Gioconda estaba embarazada, probablemente de su segundo hijo.


La tecnología también ha puesto su granito de arena para ayudarnos a conocer al personaje inmortalizado por Da Vinci. En 2006, el forense japonés Matsumi Suzuki realizó diversas mediciones del rostro y las manos de la Gioconda, determinó su estructura ósea, estimó su altura (1,68 metros) y modeló su cráneo para obtener un registro vocal de cómo debía sonar su voz hace 500 años con un 90% de precisión, según el investigador.


Mientras Suzuki ultimaba los cálculos necesarios para dar voz a Mona Lisa, un grupo de científicos de un laboratorio de la Universidad de Ámsterdam se dedicaba a aplicar un software de reconocimiento de emociones a la pintura. El programa examina los rasgos específicos de un rostro y los compara con seis patrones de emociones. Aplicado al lienzo, el resultado fue que la sonrisa significaba felicidad en un 83%, hastío en un 9%, temor en un 6% y enfado en un 2%.


PARA SABER MÁS:


La Mona Lisa: un compendio de Medicina Interna (Anales de Medicina Interna, v.23, n.3, Madrid, 2006).


La Gioconda interactiva.