Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Celuloide. Una historia de película

El octavo enigma molecular escondía un nuevo material, creado para responder a nuevas necesidades humanas. «Se trata del celuloide, que John Wesley Hyatt inventó como alternativa al marfil, que hasta entonces se utilizaba para la construcción de las bolas de billar y de las teclas de los pianos», resumía David Deza, uno de nuestros concursantes. Y es que este mes hemos montado el reportaje de solución a partir de las respuestas que hemos recibido.

John Wesley Hyatt inventó el celuloide como sustituto del marfil en las bolas de billas. Su uso en películas fotográficas haría famoso el nuevo material
celuloide

Como suele suceder en este concurso para detectives químicos, hay muchas vías de entrada, muchos caminos para resolver el enigma. Puede costar más o menos, pero, como dice Víctor Roda, «al final las piezas van encajando». A veces cuesta muy poco, porque ya se conoce la historia, pero aun en esos casos confiamos en que al encajar las piezas se descubran cosas nuevas. Así le sucedió a Héctor Artigas, quien reconoce que «desconocía que el nombre del elefante tuviese que ver algo con el marfil».


El preciado material que da nombre a los elefantes ('elephas' = marfil, en griego antiguo) estuvo a punto de ser su perdición. Sus colmillos eran la mayor fuente natural de marfil, con el que se hacían muchos objetos, más o menos decorativos. A mediados del siglo XIX, la fabricación industrial de bolas de billar y teclas de pianos disparó la demanda de marfil, de modo que llegaron a matarse 100.000 ejemplares al año. El ocio de una élite puso en peligro de extinción a un animal que no tenía más depredadores que los humanos.


PLÁSTICOS «PARA SALVAR» A LOS ELEFANTES

Empezó a escasear el marfil y la situación era tan preocupante que «en 1865 la firma Phelan & Collander, fabricantes de bolas de billar, ofrecieron 10.000 dólares a quien desarrollase un producto artificial para sustituir al marfil», relata Alicia Pons. Por lo que se sabe, nadie llegó a cobrar el premio, que hoy equivaldría a más de 100.000 euros. Pero la historia de la química reconoce como ganador de ese reto a John Wesley Hyatt, que patentó el celuloide, un nuevo material plástico, apto para fabricar bolas de billar.


En 1870, Hyatt creó la Celluloid Manufacturing Company. Aclara José María Ponz que este autodidacta inventor norteamericano «en realidad no inventó el celuloide, sino que en el año 1868 adquirió una patente británica a Alexander Parkes, quien había experimentado con nitrocelulosa y alcanfor hasta lograr una sustancia dura pero flexible, a la que llamó parkesina». Pero Parkes no fue capaz de darle utilidad y por eso vendió la patente.


En realidad el celuloide es una versión 2.0 de la parkesina. Como señala Ponz, «Hyatt perfeccionó los trabajos previos de Parkes, con algo de influencia de la suerte». Y con la ayuda de su hermano Isaías. Como en el billar, ambos realizaron una jugada química a dos bandas y lograron la carambola: dieron con la proporción adecuada de nitrocelulosa y alcanfor. Así, el nuevo material, al que llamó celuloide, era más estable y comercialmente viable. El gran mérito de Hyatt fue «haber simplificado el proceso de producción del celuloide», apunta Víctor Roda.


SUSTITUTO DE MATERIALES NATURALES

Puede discutirse si el celuloide fue «el primer plástico moderno», como dice Dani Ferrer, o el primero artificial o el primer termoplástico, como apuntan otros. También si Hyatt, Parkes (o ambos) merecen ser considerados sus inventores. Pero lo cierto es que fue el primer plástico cuya fabricación fue viable. Se usó como sustituto del marfil y el ámbar en multitud de objetos: «Los hombres jugaban al billar con bolas de celuloide y vestían con camisas provistas de cuellos, puños y pechera de pulcro celuloide blanco; las mujeres mostraban con orgullo sus peines, sus espejos y sus joyas de celuloide; los mayores empezaron a llevar los primeros paladares postizos de celuloide, y los niños jugaban con los primeros juguetes de celuloide. El marfil jamás había disfrutado de semejante popularidad», explica José María Ponz.


Y para los científicos, las propiedades del celuloide eran sorprendentes: sólido muy duro a temperatura ambiente, al calentarlo se ablanda y moldea fácilmente. Pero también tenía algunos pequeños inconvenientes, como que era inflamable y podía legar a explotar. Con el tiempo fue cayendo en desuso, y fue reemplazado otros plásticos como la baquelita, que señala Lola Arribas. Hoy ha vuelto a sus orígenes y casi solo se utiliza para la música y el deporte, principalmente en púas de guitarras y pelotas de ping pong.


Pero antes el celuloide vivió su época dorada. En 1887 comenzó a usarse como soporte de película fotográfica, en sustitución de las placas metálicas. Esta aplicación revolucionó la fotografía e hizo posible el nacimiento del cine, al que tradicionalmente se ha llamado celuloide. Pero la alta inflamabilidad de este material provocó desastrosos incendios en cines y estudios. A mediados del siglo XX el celuloide se retiró del cine, dejando el protagonismo de la película para otros nuevos plásticos.


LA EDAD DEL PLÁSTICO

Hoy sabemos que las fabulosas propiedades del celuloide se deben a que, como todos los plásticos, está formado por unas moléculas gigantescas (polímeros) que son larguísimas cadenas de unidades repetidas (monómeros). Los polímeros no son inventos humanos, sino que en la naturaleza hay miles de ellos. Uno de los más abundantes es la celulosa, el principal material estructural de las plantas, que es una fibra formada por monómeros de glucosa.


Los primeros plásticos (polímeros fabricados por el ser humano) se produjeron modificando polímeros naturales, como la celulosa de la que deriva el celuloide. Fue en 1907 cuando Leo Bakeland mezcló dos productos químicos comunes (fenol y formaldehído) para crear baquelita, el primer plástico totalmente artificial. Fue el primer material creado por el hombre.


Siguiendo los pasos del celuloide y de la baquelita, vinieron nuevos plásticos. Algunos como el nailon (una especie de seda sintética) tuvieron un éxito comercial inmediato. Ahora están en todos los hogares y ayudan a cubrir nuestras necesidades básicas. Nunca en la Historia unos nuevos materiales habían sustituido a los tradicionales tan rápido y a escala global. Los plásticos han marcado una nueva era en nuestro desarrollo tecnológico: antes mezclábamos y modificábamos materiales existentes; ahora creamos materiales totalmente nuevos, manipulando la estructura de las sustancias químicas que los forman.


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