Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aeronaves sin piloto pero con cerebro

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El empleo de los UAS en todas las facetas de la vertiente civil y militar se generalizará dentro de muy de pocos años
aviones
NORTHROP GRUMMAN

NO TRIPULADOS

Los jóvenes que, a principios de la década de los setenta, dedicaban su tiempo libre a hacer volar aviones por control remoto, estaban lejos de soñar que su afición iba a revolucionar el universo de la aviación civil y militar. Y es que, en pleno siglo XXI, los ejércitos y fuerzas de seguridad de casi todos los países del mundo cuentan con Sistemas Aéreos No Tripulados o UAS (Unmanned Aerial System) en sus parques de aeronaves.


Los UAS son aviones o helicópteros autónomos capaces de volar y evolucionar en el aire sin necesidad de llevar a bordo ningún piloto que los gobierne. Sus primeras aplicaciones militares datan de hace unos 40 años, y estuvieron centradas en misiones de reconocimiento, vigilancia y adquisición de objetivos sobre territorio enemigo. Pero su rápida evolución ha logrado que, en los últimos años, se hayan puesto a punto sofisticados UAS que pueden disparar armas letales de gran precisión, principalmente bombas teledirigidas y misiles, en cuyo caso se denominan UCAV (Unmanned Combat Air Vehicle).


Los aviones sin piloto son especialmente idóneos para detectar agentes químicos, biológicos o nucleares sin poner en peligro la vida de las tripulaciones. Y, en el campo de la seguridad, tienen una especial aplicación en la vigilancia de fronteras, la persecución de bandas organizadas y la lucha contra el terrorismo internacional y el narcotráfico.

Aunque sus vuelos están todavía limitador por razones de tráfico y seguridad aérea, gracias a la pluralidad de sensores y cámaras de alta definición que son capaces de cargar, también tienen muchas aplicaciones en el campo civil y comercial. Por ejemplo, en España se utilizan para supervisar el estado de las líneas eléctricas de alta tensión. Y, en África, los utilizan diversas oenegés para luchar contra los cazadores furtivos de elefantes y rinocerontes.


El hecho de que uno o varios pilotos no tomen asiento en la cabina de mando no significa que carezcan de sistemas de control. Los aparatos no tripulados se gobiernan mediante operadores especializados situados en tierra o a bordo de otras aeronaves, pero también se pueden programar antes de iniciar el vuelo.


PARA TODOS LOS GUSTOS

De diferentes formas y tamaños, algunos son tan pequeños y ligeros que pueden lanzarse a mano o mediante un simple ‘tirachinas’. Otros llegan a ser tan pesados que requieren una rampa de lanzamiento, y los de mayores dimensiones son tan grandes que sus alas tienen la envergadura de las de un avión de pasajeros Boeing 747 Jumbo.


Los primeros países en hacer un uso extensivo de estos singulares aparatos fueron Israel y Sudáfrica, que en la década de los ochenta desarrollaron diferentes familias de vehículos aéreos para el uso de sus respectivas Fuerzas Armadas. Israel es el ejemplo de un país que no puede soportar una guerra que suponga una sangría de vidas humanas, de lo que se deriva su gran interés por los aviones no tripulados.

«El alto coste que supone perder pilotos experimentados y avanzados aviones de combate es lo que ha generado que las Fuerzas Armadas y de Seguridad de Israel hagan un empleo extensivo de los UAS, especialmente en las labores más arriesgadas», asegura el general Avihu Bin Nun, antiguo jefe de la Fuerza Aérea israelí. Y es que su finalidad no es tanto reemplazar los aparatos tripulados como llevar a cabo las misiones más peligrosas, más ‘pesadas’ y más ‘sucias’.


Entre las misiones peligrosas, destacan las de reconocimiento detrás de las líneas del enemigo y las de supresión de las defensas aéreas del enemigo, en las que el piloto se juega literalmente la vida. Por ‘pesadas’ se entienden aquellos vuelos de larga duración que se prolongan por uno o varios días. Y las operaciones ‘sucias’ son las relacionadas con la detección de agentes biológicos, químicos, nucleares o radiológicos.


LOS NUEVOS AVIONES ESPÍA

Un ejemplo de todo los anterior es que los UAS de alta cota y largo alcance han sustituido a los míticos aviones espía norteamericanos U-2 en efectuar vuelos de espionaje sobre territorio enemigo. Otras de sus aplicaciones son todavía más mortíferas. Los servicios de inteligencia de Tel Aviv utilizan los UAS para sobrevolar de forma silenciosa las posiciones palestinas, localizar a los cabecillas de Hamas, y ordenar que sean abatidos por certeros misiles disparados desde helicópteros o aviones de combate situados a muchos kilómetros del lugar del atentado.


Con el paso de los años, su uso se ha generalizado en las Fuerzas Armadas de los países de los cinco continentes. Además, poco a poco se han convertido en tecnologías de uso dual, lo que ha generado una gran diversidad de aviones y helicópteros sin piloto, propulsados tanto por motores de hélice como por reactores.


El pionero de los UAS en España fue el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), que desde la década de los noventa trabaja en desarrollos propios. Su primera iniciativa fue el Sistema Integral de Vigilancia Aérea (SIVA), que está en servicio en el Mando de Artillería del Ejército de Tierra. Le ha seguido el ALO, un sistema de observación pensado para la adquisición de imágenes aéreas.


La última apuesta del INTA es el convertible HADA (Helicóptero Adaptativo a Avión), un programa de de I+D que, en pleno vuelo, pretende transformar un helicóptero sin piloto en un avión sin piloto, algo que lleva intrínseco un alto grado de riesgo desde el punto de vista tecnológico.