Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Cómo sería un mundo sin hielo?

Conserva los alimentos, reduce la hinchazón y hasta sirve para conocer la evolución del clima. La Milenioteca rescata un artículo publicado en Tercer Milenio el 4 de noviembre de 2003 en el que imaginamos cómo sería un mundo sin hielo.

Carámbanos de hielo.
Carámbanos de hielo.
Heraldo

Todos sabemos que el hielo es agua en estado sólido. Lo que no es tan sabido es que sus moléculas están unidas por fortísimos enlaces de puente de hidrógeno que hacen que su calor específico sea anormalmente alto. Esto hace que, para calentar un bloque de hielo, sea necesaria una gran cantidad de calor, dicho de otra forma, el hielo "acumula mucho frío".


La utilidad del hielo ya era conocida en Europa desde el siglo XVI, tal y como demuestran las neveras o pozos de hielo que abundaron hasta el siglo XIX. En ellas se acumulaba la nieve durante el invierno, prensándola hasta convertirla en un hielo que debía durar todo el verano . Su importancia era tal que, en algunos casos, estaba dispuesto que no podía negarse su uso a nadie que verdaderamente lo necesitara, aunque no tuviera dinero para pagarlo. El hielo tenía dos aplicaciones primordiales: la conservación de los alimentos y los tratamientos médicos, por su capacidad para adormecer zonas doloridas y para reducir la hinchazón.


Durante el siglo XX la importancia del hielo disminuyó con la progresiva introducción de las máquinas frigoríficas pero, a modo de curiosidad, sin él tendríamos que despedirnos de tomar un polo o un granizado, así como de emplear refrescantes cubitos en las bebidas, y nos sería más difícil eliminar manchas de café, chicle o zumos. Pero no todo el mundo echaría de menos la existencia de hielo; seguro que los agricultores estarían muy felices de saberse a salvo del granizo que amenaza sus cosechas.


Desde un punto de vista científico, el punto de congelación del agua, sirvió de referencia para establecer el origen de la escala centígrada de temperaturas. Y hoy en día el hielo es una fuente de información inigualable para los investigadores. Las capas de hielo que se acumulan año tras año, en lugares como la Antártida, atrapan pequeñas burbujas de aire que permiten estudiar, entre otras cosas, la evolución de la temperatura y de la concentración de dióxido de carbono desde hace aproximadamente 420.000 años. De la misma manera, los sedimentos que se depositan sobre el hielo nos informan, por ejemplo, de las erupciones ocurridas desde hace milenios.


Sin el hielo, ni siquiera el aspecto de las tierras emergidas sería el mismo. Si se descongelase el hielo que acumulan los casquetes polares y los glaciares, subiría considerablemente el nivel de mar. Según el British Antartic Survey, solo con que se derritiera el hielo de la Antártida, el mar subiría cerca de 70 metros, modificando sustancialmente la línea de costa y anegando gran parte de los terrenos de cultivo. Gran parte de las islas del Pacífico quedarían sumergidas.


Tampoco la historia hubiera sido igual. La mayoría de las teorías acepta que el ser humano llegó a América a través del puente de tierra que ocupaba el actual estrecho de Bering (actualización 2016). Dicho puente apareció debido a la gran cantidad de agua que estaba atrapada en forma de hielo durante el último período glaciar y que hacía que el nivel de mar estuviera varios metros por debajo del actual.


Artículo publicado en Tercer Milenio el 4 de noviembre de 2003

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