¿Es posible saber desde aquí si hay vida en estos mundos? ¿Qué información podemos obtener de su composición atmosférica? ¿Cómo se vería la Tierra si se observara desde 40 años-luz? Se ha intentado obtener la respuesta a esta última pregunta de una curiosa manera: mirando a la Luna.

Pocos días después de la luna llena, nuestro satélite muestra un pequeño creciente, pero tal vez se haya dado cuenta de que también es posible ver la parte oscura. La parte no iluminada por el Sol muestra un débil brillo azulado, la llamada técnicamente luz cenicienta, que no es otra cosa que la luz de la Tierra reflejada en el suelo lunar. Analizando esta luz por el telescopio, se ha encontrado la presencia de ozono, un subproducto del oxígeno que liberan las plantas; metano, resultado entre otras cosas de la digestión animal y bacteriana; y vapor de agua. Indirectamente estos gases nos hablan de vida.

Lo más interesante es encontrar a la vez ozono y metano, pues son dos gases que reaccionan entre sí. En circunstancias ‘normales’, estos gases alcanzarían el equilibrio y uno de los dos acabaría por neutralizar al otro. La auténtica huella de la vida está en ese desequilibrio químico mantenido perpetuamente. De momento, en las atmósferas exoplanetarias que se han podido analizar se ha hallado vapor de agua, metano y dióxido de carbono, entre otras sustancias. Pero no hemos encontrado un desequilibrio químico que delate vida en estos mundos. O al menos todavía no.

Fernando J. Ballesteros Jefe de Instrumentación del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia