Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Copernicus ve desde el espacio las heridas de la Tierra

Los Sentinel del programa europeo Copernicus observan el impacto de los incendios, el seguimiento de fármacos, la evolución de los glaciares, los efectos del ébola, incluso el largo camino de los refugiados sirios.

El Sentinel-2B alcanzó su órbita el pasado 7 de marzo, formando desde ese día una constelación con su satélite gemelo el Sentinel-2A
El Sentinel-2B alcanzó su órbita el pasado 7 de marzo, formando desde ese día una constelación con su satélite gemelo el Sentinel-2A
ESA

Son gemelos, aunque han nacido con dos años de diferencia. La cuenta atrás sonó el pasado 7 de marzo en la Guayana francesa para animar al satélite Sentinel-2B a alcanzar su órbita, la misma en la que reside desde 2015 el Sentinel-2A. Ahora forman una constelación que cubrirá, cada cinco días, toda la superficie terrestre. Su misión: desvelar una cara de la Tierra que nunca antes habíamos visto, con ayuda de la innovadora cámara multiespectral de alta resolución que porta el Sentinel-2B.

Y sus aplicaciones: aportar información para la agricultura y la seguridad alimentaria, hacer seguimiento de suelos y bosques, vigilar la contaminación de las aguas y ayudar a cartografiar desastres naturales para agilizar los trabajos humanitarios.

Estos y muchos más son los objetivos de Copernicus, un ambicioso programa de visualización de la Tierra desde el espacio y monitorización del medio ambiente de la Comisión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA).

Copernicus implica a numerosos centros de investigación comunitarios para, entre todos, dar solución al deterioro del planeta. Y ese ‘entre todos’ incluye a los ciudadanos, a las empresas capaces de multiplicar las aplicaciones de Copernicus. Tras varios años cogiendo carrerilla, este programa se expande. Sus responsables recuerdan al mundo que cualquiera puede descargarse las imágenes y demás datos de Copernicus en www.copernicus.eu/.

Constelaciones

Los cinco Sentinel que ya escudriñan el planeta, a cuatrocientos kilómetros de la superficie terrestre, ofrecen imágenes de altísima resolución que, distribuidas libre y gratuitamente, sirven para estudios y predicciones. El hecho de que formen constelaciones es la más reciente innovación en materia de satélites, como cuenta el director de Copernicus, el ingeniero español Juan Garcés.

Los Sentinel se complementan en la obtención de imágenes gracias a sus diferentes tecnologías. Garcés explica que unos son satélites radar, que ven a través de masas espesas de nubes, otros son ópticos y otros mixtos, «con visión óptica e instrumentación que monitoriza el mar y la atmósfera». Cuesta tres años construir cada uno. Los satélites grandes y costosos de las comunicaciones han dado paso a estos «pequeños y baratos y con un coste de lanzamiento también más reducido», dice Garcés.

«Están en órbitas polares y bajas, más útiles en este caso que las geoestacionarias», añade el ingeniero. «Su combustible es limitado y tienen una vida de siete años». Por eso, el calendario de lanzamiento es, según Garcés, una «solución a largo plazo, ya que nunca estarán en funcionamiento todos a la vez».

Las predicciones se hacen en el Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas, en la localidad inglesa de Reading, donde se alojan los servicios de Copernicus de cambio climático y monitorización de la atmósfera. Ambos trabajan con imágenes y con una red de sensores distribuidos por todo el mundo, a bordo de los Sentinel, aviones, boyas marinas... Los sensores de Copernicus aportan continuamente datos de polución, de la capa de ozono, de lluvia ácida, gases de efecto invernadero...

Cien mil entidades utilizan a diario esos datos, científicas, administraciones públicas, oenegés, gestores de medio ambiente, la industria de la energía y empresas que consiguen con los datos de Copernicus crear valor añadido y vender sus aplicaciones a asociaciones de agricultores, compañías de seguros o agencias de turismo. Jean-Nöel Thepaut, director del servicio de Cambio Climático, explica que este «aporta datos, herramientas y servicios completos de meteorología y estudia cómo está cambiando el clima, cómo va a cambiar y qué impactos tendrán los cambios».

APPS móviles

El director de Copernicus cuenta a Tercer Milenio que las predicciones meteorológicas quieren dar un paso más y situarse frente a frente con el ciudadano. Por ello se plantean llevar dichas predicciones a los dispositivos móviles y cumplir la misión de servicio público. «Es que los datos pueden generar aplicaciones reales que ayuden a tomar decisiones». Ya está en marcha una sobre agua.

«Es una apuesta valiente de la Unión Europea por la observación de la Tierra y los retos medioambientales –afirma Garcés–. Es un programa complejo que ningún país hubiera podido llevar a cabo en solitario». Como aprovecha instalaciones científicas que ya existían, sus responsables insisten en el bajo coste que supone para el contribuyente europeo este grandísimo despliegue de recursos. Lo mismo que un café al día dicen que nos cuesta Copernicus.

«Por cada euro de impuestos que destinamos a Copernicus obtenemos diez de retorno». Hugo Zunker, de la Comisión Europea, expresa así los «beneficios que ya genera esta ambiciosa apuesta. Unas políticas medioambientales asesoradas por Copernicus incrementarán los beneficios».

Ha llegado el día en que podemos medir el latido de la Tierra y observarla desde el espacio. Así hemos visto con claridad sus heridas, que afectan a nuestra salud. Copernicus propone evitar males mayores, ralentizar los ya inevitables y reorientar nuestra actividad en la Tierra. Por nuestro bien. Las imágenes de los Sentinel hablan por sí solas. Ya no hay excusa.

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