Tercer Milenio

En colaboración con ITA

"Estamos viviendo una redefinición de lo que se entiende por vida"

El bioarte "no inventa la relación entre arte y vida, pero sí que la actualiza a la era de la biotecnología", afirma este historiador del arte que estudia las relaciones entre arte, biología y tecnología.

Daniel López del Rincón, experto en bioarte
Daniel López del Rincón, experto en bioarte
Carlos Muñoz

Es doctor en Historia del Arte e investigador y docente en la Universidad de Barcelona. Su investigación se centra en el estudio de las relaciones entre arte, biología y tecnología. Autor del libro ‘Bioarte. Arte y vida en la era de la biotecnología’ (Akal, 2015). Impartió la clase magistral de la Semana del Bioarte, celebrada en Etopia por iniciativa de la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento y el Ayuntamiento de Zaragoza, con la colaboración de la Universidad de Zaragoza.PREGUNTA Es experto en bioarte, pero ¿ha estado alguna vez el arte separado de la vida?


RESPUESTA Es cierto que el arte ha estado siempre muy cerca de la vida. En las venus prehistóricas este término se entiende en términos de fecundidad; y cuando Daumier gritaba eso de "Il fault être de son temps" y retrataba cómo se viajaba en un vagón de tercera no estaba haciendo más que exigir que el arte se acercara a la vida. El bioarte no inventa la relación entre arte y vida pero sí que la actualiza a la era de la biotecnología, como si siguiera esa frase de Daumier: la exigencia de que el arte sea de su tiempo.


P. ¿Y qué significa hoy el término ‘vida’?


R. El bioarte propone una unión entre arte y vida mediada por la tecnología, posicionándose en el debate abierto por los múltiples desarrollos biotecnológicos que se están realizando en laboratorios de todo el mundo. Por ejemplo, si entendemos nuestro genoma en términos de ‘código genético’, podemos afirmar sin ambages que la ingeniería genética nos ha permitido ‘hackear’ el sistema y eso tiene implicaciones que van mucho más allá de lo científico. De ahí que, volviendo a tu pregunta, el término ‘bioarte’ designe a un conjunto muy heterogéneo de artistas que, a principios del siglo XXI, están reflexionando sobre el sentido de la vida en la era de la biotecnología.


P. ¿Al XXI se le llama el siglo de la biotecnología, pero muchas veces hay una distancia entre ciencia y sociedad. ¿Que el bioarte lo aborde y reflexione sobre ello puede contribuir a reducir esa distancia?


R. Desde luego que sí, el bioarte tiene una vocación comunicativa y mediadora entre lo que se está desarrollando en el mundo científico –a veces muy inaccesible, no tanto por culpa de los científicos, sino por la dificultad de estar al día y el desconocimiento que tenemos de base– y la sociedad, que es importante que opine al respecto, ya que se trata de desarrollos que en muchos casos van a afectar a su vida, tanto por la posibilidad de que se desarrollen nuevos tratamientos como por el hecho de que estamos viviendo una redefinición sin precedentes de lo que se entiende por vida.


Pero que el bioarte sea un mediador no quiere decir, o no siempre, que sea un divulgador científico. Dependiendo del artista, su enfoque y su proyecto concreto, encontramos obras muy críticas (incluso reactivas) con el mundo científico o, por el contrario, obras que sintonizan con esos desarrollos y que actúan como una herramienta de legitimación del desarrollo científico. La palabra clave es ‘empoderamiento’ y existe toda una tendencia bioartística que persigue precisamente proporcionar a la sociedad herramientas para conocer qué es eso que está pasando en la ciencia. Eso se materializa en proyectos de Do It Yourself, biohacking, ciencia amateur… En Zaragoza, Etopia se está comprometiendo mucho en aprovechar las sinergias que puede proporcionar el arte en el conocimiento de la ciencia y la tecnología.


P. Por otro lado, también hay una gran distancia entre el arte contemporáneo y la sociedad. ¿Se corre el riesgo de sumar a la complejidad de la biotecnología la complejidad del arte contemporáneo y alejarnos aún más de la sociedad?


R. Creo que, por una vez, se da el caso de que esa doble negatividad, tiene un desenlace positivo. El arte contemporáneo (como la ciencia) genera incomprensión cuando se cierra sobre sí mismo. El significado de la obra depende en gran medida de lo que activa en las distintas personas que se relacionan con ella. Eso no quiere decir que exista una arbitrariedad en lo que una obra de arte o una teoría científica significan, pero sí que existen muchas capas de significado. Desde esta perspectiva, el bioarte no solo nos habla de cuestiones artísticas sino, más bien, expande lo artístico a cuestiones que nos interesan a todos: cuestiones ecológicas, nuevos modelos de vida, debates bioéticos, esperanzas y miedos asociados a las biotecnologías…

 

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