Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Que no te etiqueten a la hora de comer

Les invito a probar un sencillo experimento: déjense guiar por sus sentidos (el común y el visual) para elegir su menú de los próximos tres días. Y luego les cuento….

Tortilla de calabacín
Tortilla de calabacín
webosfritos

Día 1

Primer plato: Paella valenciana/ Menestra de verduras / Lentejas con costilla.


Segundo plato: Hamburguesa casera completa / Merluza a la romana con patatas fritas / tortilla de calabacín.

Día 2:

Primer plato: Judías verdes con tomate /Macarrones a los cuatro quesos / Ensaladilla rusa.


Segundo plato: Filetes rusos con patatas /Empanadillas de huevo y atún / Salmón en papillote con verduras.

Día 3

Primer plato: Pizza barbacoa/ Canelones boloñesa/ Alcachofas con huevo poché.


Segundo plato: Huevos fritos con patatas y morcilla / Albóndigas en salsa de tomate / Bonito a la plancha.


Y ahora sí, les cuento:


Si eres uno de tontos (perdón, tantos) que todos los años por estas fechas se aplica en la operación biquini, posiblemente estés prestando más atención a la hora elegir tus menús, buscando que sean lo más ligeros y saludables posibles.


De hecho en muchos países (pero de momento no en España), y bajo el impulso de las agencias gubernamentales responsables de la salud, se está potenciando y extendiendo el uso de indicadores nutricionales. Y ya no solo en los productos envasados, que aquí aún tiene un pase dado que se limitan a reflejar el contenido de distintos nutrientes en relación con la ingesta diaria recomendada. También en las cartas de menús de restaurantes, servicios de comidas a domicilio, etc. Indicadores que suelen ser, bien el denominado 'semáforo nutricional', en el que los colores verde-amarillo-rojo indican si el contenido calórico es bajo-medio-alto (el mensaje que envían es bueno-aceptable-prohibido). O bien, directamente, el contenido calórico del plato. E incluso se está estudiando y testando la opción de consignar la cantidad de ejercicio que hay que hacer para gastar las calorías ingeridas. Por ejemplo: una hamburguesa equivale a correr más de 7 km.


¿Pero estas medidas funcionan? Según se desprende de un estudio recién-salido-del horno y efectuado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, la respuesta es sí. La presencia de la información calórica, ya sea a modo de semáforo y/o cantidad de calorías conllevan una reducción del 10% del consumo calórico.


¿Qué quieren que les diga? Pues yo no lo acabo de ver. Será que disfruto del acto de comer y que el momento de sentarme delante de un apetecible plato me supone un pequeño e irrenunciable placer diario. Por lo que no concibo desvirtuarlo hasta convertirlo en una mera elección numérica, sin tener en consideración criterios organolépticos, gustos y apetencias.


O será porque como padre de una niña de 8 años que soy, tengo muy presente el riesgo y la amenaza de los trastornos y desórdenes alimentarios (léase anorexia, bulimia…) u otras conductas aberrantes, como la de salir pitando hacia el gimnasio para quemar las calorías y el sentimiento de culpa por haber comido una porción de pizza o, peor aún, en previsión por si luego voy a tomar un helado.


Visto desde esta (mi) perspectiva queda la sensación de que las agencias públicas se contradicen con ello en sus propósitos de fomentar los buenos hábitos alimenticios y las conductas saludables en los jóvenes.


Quisiera plantear una alternativa 'en positivo': ¿por qué en vez de etiquetar y estigmatizar comidas 'malas' no potenciamos las 'buenas' acompañando la elección del menú con tentadoras y salivantes fotografías de los platos nutricionalmente más recomendables? ¿Funcionaría? Ustedes dirán…


Nota: las imágenes que acompañan a este artículo son cortesía de Su, la autora del blog webosfritos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión