Tercer Milenio

Comienza la sinfonía gravitacional

La primera onda gravitacional observada se llama GW150914. Los instrumentos del proyecto internacional Ligo detectaron la tenue señal que aún ondula el espacio-tiempo procedente de un evento catastrófico en un lejano Universo: la fusión de dos agujeros negros, a más de mil millones de años-luz de la Tierra. El descubrimiento confirma una de las predicciones más importantes de la Teoría de la Relatividad General de Einstein y abre una nueva ventana a la observación del Cosmos.

Simulación de la fusión de los dos agujeros negros de los que proceden las ondas gravitacionales detectadas desde el observatorio Ligo (Estados Unidos).
Simulación de la fusión de los dos agujeros negros de los que proceden las ondas gravitacionales detectadas desde el observatorio Ligo (Estados Unidos).
LIGO/SXS

"Todo empezaría aquel 14 de septiembre de 2015, cuando lo poco probable se hizo posible". Para Xisco Jiménez Forteza, estudiante de doctorado de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y miembro de la colaboración científica Advanced Ligo, aquel había sido un lunes normal. "Desconocía que una colisión de dos agujeros negros a unos 1.470 millones de años luz de distancia había producido un minúsculo tintineo en nuestros detectores, lo que se convertiría en el mayor terremoto científico de la física de ondas gravitacionales. ¡Ya las teníamos aquí!".


A la mañana siguiente, uno de sus directores de tesis, Sascha Husa, le llamó a su despacho. Hablaron de temas técnicos y luego le dijo: "And now, look at this".


"En la pantalla del ordenador me mostraba una gráfica que provenía del detector de Hanford, que nunca había visto y que no requería de más explicación que la visual –recuerda–. Se trataba de la evolución y crecimiento de la frecuencia en el tiempo de las ondas gravitacionales hasta alcanzar su máximo en la colisión o ‘merger’. Era aquello que tantas veces habíamos simulado y representado como modelos teóricos en nuestros ordenadores, ahora visto como una señal real en el detector".


Pero el miembro del Grupo de Relatividad y Gravitación –el único de España que ha participado en este histórico éxito científico– que más cerca estuvo del gran momento fue el doctorando Miquel Oliver Alimiñana.


Antes de que pudiera hablar con sus compañeros en Palma, los mensajes inundaban el correo de todos ellos. Alrededor de la hora de comer empezó un largo hilo de emails con el sugerente asunto: ‘Un evento muy interesante en ER8’ (el periodo de ingeniería 8, de pruebas, que acabaría convirtiéndose en periodo de observación), cuenta el profesor del departamento de Física de la UIB Sascha Husa, miembro del Consejo de Ligo. "Era algo muy extraño, ya que los detectores todavía estaban operando en modo de prueba y aún no había empezado de forma oficial el primer periodo de observación de Advanced Ligo, que se iba a iniciar cuatro días después", señala Alicia Sintes, también profesora del mismo departamento de la UIB y miembro del Consejo de Ligo. Pero "¡la señal era clara, de libro de texto!", destaca Sintes, "me cuestionaba si volvían a poner a prueba a la colaboración con otra inyección artificial a ciegas". Husa explica que preguntar si no era una inyección de hardware "era una manera educada de decir ‘¿qué demonios está pasando aquí?’".


Por la tarde, Sintes y Husa estaban "ansiosos de poder hablar con Miquel Oliver, nuestro estudiante de doctorado, que desde hacía dos semanas estaba haciendo turnos en la sala de control en el observatorio Ligo-Hanford, en el estado de Washington. ¡Teníamos que esperar a que se levantase!".


Cuando por fin pudo darles información, un mail les anunciaba que "era claro que no era una inyección normal ni ciega. Tras comprobar los datos, el equipo había descubierto que era cierto. Miquel advirtió que esta información era completamente confidencial".


Oliver no olvidará aquella experiencia increíble: "Al paso de los días el optimismo crecía de manera silenciosa en el observatorio. Era difícil creer lo que acababa de pasar; sin embargo, día tras día, la imposibilidad de encontrar otra explicación hacía ineludible pensar que, efectivamente, las ondas gravitacionales habían sido detectadas por primera vez, que se había hecho historia y que una nueva era comenzaba a partir de ese momento".

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