Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Explosión de talento joven

En su XXIX edición, el Premio Don Bosco despidió a su creador, el salesiano Mario Rubio, y demostró que cada año gana en altura y responsabilidad social velando por la eficiencia energética y la discapacidad, y apostando por la digitalización en el ámbito docente.

El pabellón polideportivo del colegio Salesianos Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza estuvo abarrotado los días 2 y 3 de marzo. Se celebraba el Premio Nacional Don Bosco, que reconoce la dedicación que estudiantes de Bachillerato y Ciclos Formativos Superiores han puesto en proyectos de innovación en tres áreas: Construcción, Comunicación y Ciencias.


Bien se tratase de un medio de comunicación, de un profesor especializado o de un grupo de niños curiosos, los participantes explicaban orgullosos en qué consistía su propuesta a todo aquel que se interesase. «Los niños nos preguntan si ‘Brainfit’ es un juego para el móvil y les explicamos que sirve para que sus profes los evalúen», contaba Francisco Vaca, uno de los creadores de ‘Brainfit’. Los responsables de otras ideas como una mano robótica o un exoesqueleto también acapararon la atención de los asistentes.


Estos jóvenes genios provenientes de diez Comunidades Autónomas, además de una admirable inventiva, compartieron la sensación de tener los nervios a flor de piel; y es que el certamen, que alcanza su XXIX edición, tiene cada vez más nivel. «Llama la atención la altura de los proyectos y su concienciación con el medio ambiente, con la discapacidad o la implicación con la docencia», señalaba el director de colegio, Eduardo Marco, quien recordó la figura del impulsor del Premio Don Bosco, el salesiano Mario Rubio, fallecido recientemente: «Es un año muy emotivo y ha sido un reto enorme seguir haciendo lo que hizo Mario con tanta pasión».

 
MÚSCULOS ARTIFICIALES, UNA APP Y UN BRAZO ROBOT

Además de las tres categorías principales, se repartieron otros tres galardones que permitirán a los ganadores disfrutar de una estancia formativa. Una de ellas, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, que eligió el proyecto de Alfonso Mateo y Fernando Herce (colegio Retamar en Pozuelo de Alarcón), quienes propusieron reutilizar el hilo de nailon para hacer músculos artificiales.


Por su parte, la Escuela de Ingeniería y Arquitectura, y el Instituto de Investigación de Ingeniería de Aragón reconocieron el trabajo de Adrián Gutiérrez y Marco Dávalos (Salesianos del Pilar de Zaragoza), que han creado Educars, una aplicación Android para móvil y tablet que ayuda a los niños con síndrome de Down a aprender a leer y escribir. Educars imparte los distintos temarios a través de tarjetas: en cada tarjeta aparece una imagen, por ejemplo, de un animal y, según el nivel de dificultad, se pide al usuario ordenar las sílabas que componen el nombre o elegir entre varios animales de cuál se trata.


Por último, la empresa Festo premió la dedicación que Óscar Valverde, de Salesianos Padre Aramburu de Burgos, ha puesto en crear un brazo robot articulado para que las personas dependientes de una silla de ruedas puedan coger objetos que antes estaban fuera de su alcance.

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