Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Estos son los gases que nos contaminan

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Gases de escape
Gases de escape

Las recientes y reiteradas medidas adoptadas por el Ayuntamiento de Madrid -siguiendo el ejemplo de otras grandes ciudades- de limitar el tráfico automovilístico en su núcleo urbano a fin de controlar y prevenir la excesiva contaminación atmosférica derivada de las emisiones de los vehículos, me ha hecho recordar una escena (y un diálogo) de la 'infumable' película 'Prometheus'.


Les pongo en situación. A finales del siglo XXI y tras realizar un viaje espacial de dos años, la tripulación de la Prometheus alcanza un remoto planeta con el objetivo de encontrar la respuesta definitiva al origen de la vida en el Tierra. En el momento de afrontar el planetizaje, tiene lugar la siguiente conversación:


-¿Cómo es la atmósfera? –inquirió el capitán de la nave Prometheus.

-Se compone de un 71% de nitrógeno, 21% de oxígeno, rastros de gas argón…

-Como en la Tierra.

-Solo si respiras el aire de un tubo de escape –puntualizó la científica de la tripulación.


Antes de nada, conviene dejar claro que la atmósfera de este nuevo planeta, aunque parecida, no es como la de la Tierra. Circunstancia de la que a buen seguro muchos ya se habrán percatado. Para los que no: la atmósfera terrestre se compone de un 78% de nitrógeno, un 21% de oxígeno, casi un 1% de argón, un 0,03% de dióxido de carbono y trazas de otros muchos gases: neón, helio, metano, monóxido de carbono, ozono, etc.




No obstante y para lo que nos ocupa, resulta mucho más interesante la afirmación de que la mencionada composición se asemeja más al aire que respiras de un tubo de escape.


En primer lugar, merece la pena aclarar lo incoherente que resulta referirse a “el aire de un tubo de escape”, cuando lo apropiado sería aludir a “las emisiones de un tubo de escape”. Precisamente porque el 'aire' se define como “el fluido que forma la atmósfera de la Tierra. Una mezcla gaseosa que, descontando el agua que contiene en diversas proporciones, se compone aproximadamente de 21 partes de oxígeno, 78 de nitrógeno y una de argón y otros gases semejantes a este, al que se añaden algunas centésimas de dióxido de carbono” (definición ofrecida por el diccionario de la Real Academia Española y que en lo sustancial coincide con todas las demás. Sirva como muestra la obtenida del 'Oxford dictionary': "The invisible gaseous substance surrounding the earth, a mixture mainly of oxygen and nitrogen").


Pero aún dejando las consideraciones lingüísticas al margen, lo que realmente llama la atención es que la composición de la atmósfera no guarda ningún parecido con las emisiones de un tubo de escape. En fin, no sé cómo serán estas en el año 2097 en el que transcurre la película -lo que por otra parte deja en el aire el pretendido futuro eléctrico de la automoción-, pero, a día de hoy y en función de si proceden de un motor de gasolina o diésel, presentan la siguiente composición aproximada.Emisiones de un motor de gasolina: 71% de nitrógeno; 14% de CO2; 13% de agua; 2% de gases tóxicos (CO, NOx, hidrocarburos).Emisiones de un motor diésel: 67% nitrógeno; 12% CO2; 11% agua; 10% oxígeno y 0,3% de gases tóxicos (CO, NOx, hidrocarburos, SO2)



Los principales agentes contaminantes atmosféricos son, precisamente, los compuestos englobados como gases tóxicos –además del CO2-.El dióxido de azufre (SO2), gas irritante que en la atmósfera y en contacto con el agua se convierte en ácido sulfúrico, responsable de la lluvia ácida.Los óxidos de nitrógeno (NOx); fundamentalmente el óxido nitroso (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2). Ambos son gases tóxicos que en concentraciones elevadas pueden motivar problemas respiratorios y que juegan un papel 'capital' en la formación del denominado 'smog' fotoquímico (la 'asfixiante' mezcla de humo, vapores y niebla que cubre la ciudad).Y los óxidos de carbono, el monóxido de carbono (CO) y el dióxido de carbono (CO2). El primero, en concentraciones elevadas, es un gas venenoso, ya que bloquea la hemoglobina e impide el transporte de oxígeno. Además de precursor del CO2 en la atmósfera al combinarse con el oxígeno. En tanto que el ya conocido y familiar CO2 es el principal responsable del efecto invernadero y, en consecuencia, del calentamiento global.

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