Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ingenio de ingeniero, a prueba en suelo marciano

No hay nada, o casi nada, que un ingeniero no pueda resolver si tiene a su alcance el instrumental, los dispositivos tecnológicos y dispone de tiempo para pensar en ello. El protagonista de 'The Martian' lo demuestra.

Con ciertos conocimientos y la ayuda técnica adecuada se pueden adaptar y reconvertir dispositivos ideados para otras funciones.
Con ciertos conocimientos y la ayuda técnica adecuada se pueden adaptar y reconvertir dispositivos ideados para otras funciones.
Twentieth Century Fox / Scott Free

Entre los aciertos de la película 'The Martian', que son muchos (la mayoría), encontramos: las reacciones químicas (en la novela en detalle) para obtener oxígeno y agua; la obtención de energía calorífica a partir de una pila nuclear de plutonio; la modificación y adaptación tanto del Hab como de los hábitats hinchables, del VAM y de los vehículos de transporte de superficie para conseguir un entorno protector y acogedor para la vida…


El cultivo de patatas en el suelo marciano (regolito) parece, según los expertos, posible. Pese a que contiene ciertas sales (perclorato) que impedirían el crecimiento de plantas terrestres, podrían eliminarse, tal como hace Mark, empapando previamente el suelo con agua. Los vehículos son muy realistas y acordes con los sugeridos en las propuestas más razonables de viajes a Marte. Los paisajes, tanto desde el suelo marciano y como desde el espacio, está bien recreados.


Jack no tiene manera de conectar por radio con la Tierra. Acabará por aprovechar la instrumentación de la sonda Pathfinder que ha conseguido encontrar en las inmediaciones. La sonda está muy recreada en el filme pese a algunas lucecitas led de colorines que la original no posee. Concesión a la estética cinematográfica: botones y luces de colores que no falten para indicar la alta tecnología. El empleo de la cámara de la sonda (precisión óptica de 1 grado) para apuntar a una serie de hojas con el código ASCII y codificar el mensaje a trasmitir, son razonables. Eso sí, la cámara tardaría minutos (no segundos como en el filme) en moverse de un objetivo a otro. Correctamente, la sonda real podía transmitir mensajes de texto gracias a su puerto de conexión con el ordenador de a bordo.


No hay nada, o casi nada, que un ingeniero (palabra que viene de ingenio) no pueda resolver si tiene a su alcance el instrumental, los dispositivos tecnológicos y dispone de tiempo para pensar en ello. Cuando el sistema falla y a sabiendas de que todos los satélites que orbitan Marte tienen sus ojos electrónicos fijos en él (y la resolución óptica necesaria), utiliza un elemental, pero efectivo, código Morse a base de disponer piedras en el suelo para enviar mensajes cortos. Comunicación en un solo sentido. Pero mejor que nada.


El filme muestra que con ciertos conocimientos y la ayuda técnica adecuada se pueden adaptar y reconvertir dispositivos ideados para otras funciones. Presenta en toda su plenitud, por si no estaba claro, la fragilidad y debilidad de un ser humano en un entorno que no es el suyo: en el espacio donde la separación entre la vida y la muerte son los pocos centímetros de grosor de tu traje espacial. Es patente la sensación de soledad inherente a todo viaje y lo mucho que le queda a la humanidad por explorar…


Manuel Moreno, Departamento de Física de la Universidad Politécnica de Cataluña

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