Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Gazapos made in Hollywood

Las leyes que rigen la semejanza, cuando se mantiene la forma pero se cambia el tamaño, nos dicen que esos seres no pueden sobrevivir por problemas físicos relacionados con la superficie y el volumen de sus cuerpos.

James Bond (‘El mundo nunca es suficiente’) descubre que una bomba viaja a través de un oleoducto y evalúa la situación:

Bond: –¿A qué distancia está de la terminal? ¿Y a qué velocidad va?

Operario: –Está a 170 km y va a 110 km/h.

Bond (sin pararse a pensar ni un momento): –Tenemos 78 minutos.

Bond se ha equivocado en casi 15 minutos, un tiempo que podría ser vital. Pero todos aceptan su dictamen. Al fin y al cabo es el héroe de la película…, aunque más hábil con los puños que con las cuentas. Errores como el anterior, y mucho peores, son demasiado frecuentes en producciones millonarias, lo cual resulta incomprensible.


Más aceptables, porque sin ellos no habría película, son las incongruencias presentes en el género de monstruos gigantescos, semejantes a seres conocidos: ‘King Kong’, ‘Godzilla’, ‘La Mosca’, etc. Las leyes que rigen la semejanza, cuando se mantiene la forma pero se cambia el tamaño, nos dicen que esos seres no pueden sobrevivir por problemas físicos relacionados con la superficie y el volumen de sus cuerpos. Por ejemplo, por el insostenible aumento de la presión que deberían soportar sus huesos. Las matemáticas nos tranquilizan: esos monstruos no pueden existir.


José María Sorando Muzás, profesor de Matemáticas en el IES Élaios y autor del libro 'Aventuras matemáticas en el cine'

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