Antonio Alcaide, representante de la AEMS José Durán: "Los niños deberían aprender a usar un desfibrilador"

Desde que su hijo Raúl falleció en un campo de fútbol en 2014, trata de concienciar a la sociedad acerca de la muerte súbita.

Antonio Alcaide, incansable luchador de sonrisa amable.
Antonio Alcaide, representante de la AEMS José Durán: "Los niños deberían aprender a usar un desfibrilador"
Aranzazu Navarro

Cada año hay en España entre 30.000 y 35.000 fallecidos por muerte súbita, una forma de deceso natural derivado de una parada cardíaca. La cifra asusta.

Es tremenda, extrapolada a Aragón suponen alrededor de 1.700 muertes. Para ponerla en contexto hay que entender que los accidentes de tráfico generan entorno a mil al año. Es evidente que falta concienciar a la sociedad.

Una de esas víctimas fue su hijo Raúl hace tres años en el campo Nuevo Ranillas de Zaragoza durante un partido de 1ª Regional.

Fue el 16 de noviembre de 2014 y sin embargo parece que hubiese sido ayer. Aunque puedas aparentar que lo has superado, el dolor siempre se lleva por dentro. Se desplomó y ya no se le pudo reanimar. En el campo no había desfibrilador y la primera ambulancia que llegó tampoco tenía. Se hizo todo lo posible por recuperarlo, pero no hubo forma.

¿De haber tenido un desfibrilador a mano podría haberse salvado?

Habría tenido más opciones, aunque los médicos me dijeron que era complicado porque el corazón estaba muy dañado.

Raúl era un joven de 21 años, deportista. ¿Nunca se le había detectado ningún problema?

No. La semana anterior había estado enfermo, pero ese día vino a comer a casa y nos dijo que se encontraba bien. Si bien las revisiones podrían ser más exhaustivas, lo que sufrió mi hijo, una displasia arritmogénica, es muy difícil de detectar si no se busca específicamente. A raíz de lo que le pasó nos hicieron estudios a toda la familia y se lo encontraron a mi mujer.

Desde entonces se ha convertido en la cara visible en Aragón de la lucha contra la muerte súbita.

Cuando falleció Raúl, mi mujer, mi hijo pequeño y yo quedamos tocados. Pero sucedió que en seis meses se produjeron en Aragón otras tres muertes en campos de fútbol y también entramos en contacto con la Asociación Española contra la Muerte Súbita (AEMS) José Durán. A raíz de todo ello, decidí que había que hacer algo.

En cada uno de los 28 campos municipales de Zaragoza se va a instalar en breve un desfibrilador. La medida era una de sus propuestas. ¿Qué otras acciones ha solicitado?

Por ejemplo que cada coche de la Policía Local y los servicios de urgencias lleve uno, algo que me consta que se está estudiando.

Otro de sus caballos de batalla es que la legislación aragonesa se ponga al día.

La actual es de 2006 y en ella simplemente se recomienda su uso en lugares de especial afluencia de público. Debería ser obligatorio en las grandes superficies comerciales, así como en los estadios y los pabellones. A nivel de la asociación nuestra meta sería que hubiese una ley nacional. Los extintores, por ejemplo, están perfectamente regulados acerca de cuántos tiene que haber, y las revisiones que tienen que pasar. ¿Por qué no se hace con los desfibriladores?

¿Quizá sea un aparato cuyo uso genera mucho respeto?

Es por desconocimiento. Los desfibriladores te dicen en todo momento lo que hay que hacer. En otros países su uso se enseña desde pequeños. Creo que habría que introducirlo a través de talleres en los colegios. Los padres deberían pensar menos en si se cambia o no el césped del campo de su hijo y más en si hay elementos como los desfibriladores.

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