"Es muy gratificante ayudar con tu trabajo a quienes no han tenido la misma suerte"

La oftalmóloga del Hospital Clínico Mireya Martínez, de 29 años, es una de las voluntarias de la Fundación Ilumináfrica que dedican parte de sus vacaciones a operar a quienes no tienen nada. Viajó al Chad a principios de año, y en menos de 15 días realizó cerca de 150 intervenciones de cataratas.

La oftalmóloga Mireya Martínez tratando a una paciente chadiana en el Hospital Saint Joseph de Bébédjia.
La oftalmóloga Mireya Martínez tratando a una paciente chadiana en el Hospital Saint Joseph de Bébédjia.
M. M.

La zaragozana Mireya Martínez siempre había querido hacer un voluntariado fuera de España, pero esperó a acabar su residencia en el Hospital Clínico de Zaragoza para hacer realidad su sueño en el continente africano. Ataviada con su bata de oftalmóloga y el material quirúrgico que dona en cada expedición la Fundación Ilumináfrica, viajó el pasado mes de enero al Hospital Saint Joseph de Bébédjia, en el Chad, para devolver la vista a quienes no tienen nada. "Cuando al día siguiente de operar les quitamos las vendas y los pacientes sonríen al ver la luz, sus gestos de agradecimiento –porque muchos tampoco hablan francés– te hacen sentir realmente útil allí", confiesa esta médica.

En menos de 15 días, esta profesional y otros tres voluntarios de la Fundación realizaron cerca de 150 operaciones de cataratas en el Chad, un país donde la cifra de oftalmólogos es prácticamente irrisoria para atender las necesidades que hay.

Esa carencia de médicos y especialistas, así como el elevado número de pacientes que requerían tratamiento oftalmológico fue una de las principales razones que motivaron a esta oftalmóloga a operar en el continente africano dedicando parte de sus vacaciones a comienzos de año. Y la experiencia –reitera– no pudo ser más satisfactoria. "Allí se aprende mucho. Pones en práctica otras técnicas, porque operas cataratas que están mucho más maduras, y los procedimientos son diferentes a los que seguimos aquí en España. Tanto a nivel técnico como a nivel personal es una experiencia muy positiva. Ver que con lo que sabes ayudas ya no solo a los pacientes sino a otros trabajadores del hospital es muy gratificante", afirma.

Desde aquella experiencia, Mireya cuenta los días para volver. Se plantea partir en una nueva expedición humanitaria el próximo mes de diciembre, dedicando de nuevo parte de sus vacaciones. No sabe si volverá al Chad o elegirá otro destino, como Camerún, donde planean abrir un nuevo centro sanitario a finales de año. Lo que tiene claro es que quiere seguir contribuyendo, con su experiencia y sus conocimientos sanitarios, a ayudar a quienes no han tenido la fortuna de nacer en un país con los suficientes medios.

Así, a pesar de lo positivo de la experiencia, cuenta que hay situaciones vividas que dejan huella; y que a gente como ella, le remueven la conciencia para seguir apostando por la cooperación. "Tuvimos el caso de un chico que vino con un tumor orbitario gigante, y cuando lo fuimos a operar nos dimos cuenta de que había llegado a los senos paranasales y no lo pudimos tratar... Ese caso te hace reflexionar sobre la falta de especialistas que hay en este país, donde ni teniendo dinero hay especialistas suficientes para tratarse. Al ver casos como ese, de gente joven, sientes una impotencia muy grande y piensas: si este chico hubiera vivido en España, a nada que se le hubiese notado el bulto, se lo habríamos podido quitar y retirar con seguridad", concluye comprometida con una labor humanitaria que, no solo devuelve la vista, sino que a menudo salva vidas.

- Participa en el III Concurso de microrrelatos solidarios Ilumináfrica.

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