Dieta: los errores que se cometen en la oficina

Escondidas detrás de un velo de inocencia se encuentran un montón de costumbres que pueden arruinar tu rutina para una alimentación sana.

Cuidado con lo que comes en la oficina, puedes sumar muchas más calorías de lo que piensas.
Cuidado con lo que comes en la oficina, puedes sumar muchas más calorías de lo que piensas.
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De acuerdo que cada día en la oficina hay alguien que cumple años o que trae dulces para festejar cualquier cosa pero, si pensabas que estos son los únicos peligros para tu dieta, te equivocas de lleno, porque lo que hace aumentar el recuento de calorías son las costumbres aparentemente más inocentes. Aquí tienes un repertorio de hábitos erróneos que debes evitar:

1. Saltarse el desayuno para llegar a la oficina antes que nadie. Ser el primero en llegar a la oficina nos permite dar una buena impresión y ayuda a planificar mejor las tareas del día, pero comenzar la jornada sin la dosis necesaria de carburante, provocará un bajón de energía a media mañana que acabará empujándote a comer algo rápido, que sumará calorías sin sentido a tu dieta. Mejor madrugar un poco más que marcharse de casa sin desayunar.

2. No resistirse a la llamada de los dulces. ¿Qué más da un bombón o un caramelito? No mucho, pero si se van sumando a otros picoteos al final del horario laboral puede ser unas 250 calorías tontas de más, que al cabo de la semana son unas 1.250 ingeridas sin necesidad. La solución ideal sería mostrarse sordo a todas estas tentaciones pero como eso no suele ser posible, al menos debemos ser conscientes de lo que suponen en nuestro recuento de calorías y preguntarnos por qué nos vamos a comer uno de esos pastelitos que han aparecido en la oficina: por hambre real, por interaccionar socialmente o por simple costumbre, y decidir si realmente necesitamos comérnoslo.

3. Comer en el escritorio. Que una hamburguesa o una pizza no son las opciones más sanas para comer parece algo bien sabido, pero también una ensalada de pechuga de pollo puede convertirse en una fuente de problemas si se come sentada a la mesa de trabajo, porque comer mientras se está haciendo otra cosa, como mirar la pantalla del ordenador, hace que no prestemos atención a lo que estamos ingiriendo y podemos acabar comiendo mucho más de lo necesario. Si es imposible que nos levantemos de la mesa de trabajo en ese momento, mejor comer solo la mitad, para quitarnos el hambre más inmediato, y dejar el resto para un poco más tarde, cuando podamos levantarnos y comérnoslo con tranquilidad.

4. Dejarse vencer por el estrés. Forma parte de la naturaleza humana que, ante un trabajo estresante, que nos urgen a  acabar, se entre en pánico y se intente contrarrestar ese desasosiego con la sensación reconfortante de esa chocolatina que encontramos en el fondo del cajón. El estrés hace que el cuerpo libre cortisol, conocido como la hormona del estrés, mientras los niveles glucémico sufren una subida rápida y luego un bajón, disparando las ganas de algo dulce dentro de nuestro organismo. Para calmar nuestra ansiedad no funciona solo el comer, también podemos probar con hacer respiraciones profundas, ver un video gracioso en el móvil o mandar un mensaje a un amigo.

5. No llevarte un tentempié de casa. Muchos están convencidos de no necesitar comer nada para sobrellevar toda una mañana de trabajo, o de que ahorran calorías evitando el almuerzo de media mañana. Pero después sucede que el estómago comienza a rugir y si no se tiene a mano algo sano para calmarlo, acabamos yendo a la máquina a comprar patatas fritas o galletas. La mejor solución: tener en el cajón snacks saludables para picar cuando nos pueda el hambre.

6. Picotear sin parar. El peligro de tener tantos aperitivos a mano es obviamente el de no parar de comer durante toda la jornada laboral. Para evitar este error, lo mejor es limitar a dos veces al día el momento en el que podemos tomarnos un snack y hacerlo con cantidades ya establecidas, y no pasar de ahí.

7. Trabajar hasta tarde. Después de haber trabajado todo el día, llegar a casa a buena hora es imposible. Al final, llegamos muertos de hambre y lo primero que hacemos es saquear la nevera. Para evitar estas situaciones, funciona bien llevar algo sano de picar en el bolso para comer de camino al hogar, o dejarse preparada la cena y no excedernos en las cantidades.

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