África y luminosa

Microrrelato de María Sancho Cebollero, finalista en la categoría de 'África'.

Buenos días -suelta en tromba seca mientras se quita el abrigo, agarra cualquier revista y cae a plomo en el sofá. Trae desatado un huracán silencioso-. Ojos, ojos, ojos. Qué asco de ciudad provinciana. Siempre mirando. ¿Dónde escupís mi rostro luego? Me iré a vivir al país de los ciegos. Y, encima, esta mujer aquí esperando. Será una de las pobres que atiende el doctor. Pues vas lista si crees que voy a darte un segundo de mis pupilas.


-Disculpe -una voz dulce frena la devastación-. Lleva usted cala, ¿verdad? Lirios... Es la flor de mi país. Soy etíope. Me llamo Ammakalak, pero aquí me dicen África, je, je.

Más fácil... Desde que me estoy quedando ciega, siento los perfumes de un modo

especial, ¿sabe? Aunque eso no compensa nada... Si usted pudiera imaginar cómo me duele dejar de ver los rostros de las personas... No poderlas mirar amablemente a los ojos cuando me cruzo con ellas por la calle... Es tan importante esa caricia visual... Reconocerte en el otro y sentir que formas parte de un equipo inmenso: la Humanidad... Usted debe de ser muy hermosa...


La puerta de la sala se abre:


-¿África? Pasa, por favor.


Luminosa se queda sola fabricando lágrimas, el bálsamo universal para los ojos secos, la conjuntivitis inesperada y el corazón hipermétrope.

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