Tercer Milenio

En colaboración con ITA

"Yo creo que todavía podemos prolongar la vida mucho más"

El director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas (CNIC) reclama más educación y prevención para jóvenes, así como mejorar el cuidado de la cognición para una senectud con más calidad de vida.

El cardiólogo del CNIC Valentín Fuster.
"Yo creo que todavía podemos prolongar la vida mucho más"
CNIC

La Fundación Ferrer concedió la pasada semana a Valentín Fuster el premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica. Cardiólogo eminente, a sus 73 años no solo está en activo, sino que dirige tanto el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) como el Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai de Nueva York. Según sus colaboradores, no para ni un minuto. Tras décadas al más alto nivel docente, investigador y clínico, sigue centrado en acercar la ciencia de vanguardia a los pacientes y viceversa. Cada vez se vive más, reivindica, aunque aún es posible ir más lejos y evitar todo lo posible las dolencias crónicas.


-En España, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte cada año. ¿Seguirán siéndolo mucho tiempo?

-Sí, seguirá así, aunque ahora es la enfermedad crónica la que está tomando protagonismo. Es un problema mundial. Disminuye la mortalidad a una cierta edad, pero aumenta a edades avanzadas. Estamos prolongando la vida por prevención y, gracias a las nuevas terapias, no dejamos a los pacientes morir. Pero esto plantea dos problemas, uno de degeneración senil y otro de costes. Morimos más tarde pero a un alto precio.


-¿A veces no compensa?

-Es éticamente complicado. Lo importante es la calidad de vida del enfermo. Los hay que con una insuficiencia cardíaca tienen una calidad de vida relativamente buena. Tener esta dolencia no supone irremediablemente un sufrimiento que le quite sentido a vivir. Tenemos que individualizar, conocer bien a la persona y su familia y tomar decisiones acorde a su cultura y sus creencias.


-¿Le inquietan los debates éticos que presenta la ciencia de vanguardia?

-Me inquieta más la falta de educación. No hacemos lo suficiente para que la gente comprenda que es vulnerable. ¿Por qué llegamos a situaciones que se pueden prevenir? Tendríamos que empezar desde niños. Nosotros lo hacemos, porque es lo que más me preocupa.


-Pero, por mucha prevención que exista, el sistema cardíaco fallará antes o después, ¿no?

-Todos debemos morir, pero no es lo mismo hacerlo con una enfermedad crónica que afecta a tu calidad de vida que hacerlo con una enfermedad final y rápida. Yo creo que la vida se puede prolongar mucho más, sobre todo si también nos preocupamos de las capacidades cognitivas. No puedo predecir lo que va a vivir usted, pero sí sé que tenemos posibilidad de alargarlo.


-El último debate en marcha es sobre la edición genética de humanos. ¿Qué opina usted?

-Hace quince años, cuando se presentó la secuenciación del genoma humano, se discutía sobre si las empresas pedirían a sus trabajadores su perfil genético para saber su riesgo de morir. Ya ve. No sabemos a dónde vamos. Tal vez podamos lograr que un individuo que tiene una enfermedad deje de tenerla, que me parece fantástico y que no supone ningún dilema ético. Ahora, puede haber otros casos que sí. Es un tema tan abierto todavía que no me gustaría hablar de ética hasta que no tengamos casos concretos.


-El CNIC está en la élite mundial. ¿Cómo lo han logrado?

-Es un centro muy exigente. Los investigadores tienen que ser competitivos a nivel internacional. Además, los más de 200 investigadores creemos que es un centro puntero y que lo tenemos que preservar. Yo vengo cada semana y lo hago con ilusión. A mí me plantearon venir aquí dos veces. La primera dije que no y la segunda que sí. Me decidí porque me interesaba sacar gente desde abajo, empezar con personas jóvenes y motivadas y también poder contar con la mejor tecnología. Una vez conseguí buenos programas educativos y tecnología moderna, aún faltaban dos cosas. Un comité externo que decida que aquí entra gente solo de la máxima talla intelectual y científica, y acercar la investigación básica y la investigación clínica.


-¿Cómo cruzan esa brecha?

-El CNIC es pionero en acercar la ciencia básica al enfermo y viceversa. En España había una esquizofrenia entre la básica y la clínica que es absurda. Nuestra filosofía es la ciencia aplicada, que creo que ha sido lo más innovador de nuestro centro.


-¿Es tan buen ciclista como dicen?

-Bueno no, pero he subido prácticamente todos los puertos de 1ª categoría de Francia. El Tourmalet lo he subido cinco veces, la última hace dos años. Ahora en los veranos voy a los puertos de Italia. Ya he subido el Mortirolo y el Stelvio. Es una actividad que me libera mucho. Mi objetivo es, cuando tenga 80 años, poder subir el Tourmalet por sexta vez.


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