Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Solo uno de cada tres pacientes con depresión se cura por completo

Cerca del 13% de la población española sufre depresión, es decir, unos cinco millones de personas.

Un 10% de la población podría sufrir ansiedad o depresión sin saberlo
Solo uno de cada tres pacientes con depresión se cura por completo

Tener tristeza no es depresión. No ser optimista, tampoco. En cambio, ser vulnerable al estrés, tener un umbral del dolor más bajo de lo normal o no dormir bien durante una temporada considerable de tiempo, sí que lo es.


También, tener una baja actividad física, un empeoramiento de la actividad cognitiva o padecer dificultades para sentir placer son síntomas de que a esa persona le pasa algo. "La depresión afecta a la esfera personal, la vida en familia, la vida laboral, profesional, el estudio y el ámbito social", explica Magalida Gili, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares.


La depresión, como otras muchas enfermedades que se encuentran debajo del paraguas de la salud mental, a veces se intenta esconder. "Hay que decir que estamos mejor que hace treinta años", recalca Gili.


Pero el estigma de la persona con depresión es todavía considerable. "Sobre todo por la vulgarización del término depresión. Se usa para cualquier fluctuación leve y reactiva del estado de ánimo", explica el doctor Enric Álvarez, director del Servicio de Psiquiatría del hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Según recalca, la depresión no entiende de edad, aunque se dan más casos entre las mujeres que entre los hombres.


Cerca del 13% de la población española sufre depresión. Es decir, unos cinco millones de personas. En Europa, la enfermedad atacará alguna de vez en su vida a unos 30 millones de personas. Sin embargo, sólo uno de cada tres logrará recuperarse de forma completa, posiblemente tras pasar por un camino tortuoso.


La mitad de los enfermos que sufre un primer brote tendrá un segundo. Y de estas personas, siete de cada diez tendrán un tercero. "Las tasas de mejoría -reducción de los síntomas- son cercanas al 70%", añade el doctor Luis Guitérrez Rojas, psiquiatra en el complejo hospitalario de Granada.


Los motivos por los que es tan bajo el índice de recuperación total se encuentran en que los pacientes presentan síntomas residuales que les impiden llevan una vida completa en todas sus facetas. Entre los más frecuentes, están el insomnio, la fatiga y los problemas cognitivos, como pérdidas de memoria y dificultar para mantener la atención y la concentración.


"También es vital la adherencia a los tratamientos. Es difícil, a veces, hacer comprender a un enfermo que debe tomar determinados medicamentos durante un año cuando le va bien y no ha tenido ningún problema", añade el doctor Gutiérrez.


Para conseguir que haya un número mayor de personas que superan completamente la enfermedad, es necesario, en primer lugar, una atención precoz. "Que los médicos de Atención Primaria los detecten en los estadios temprano", apunta la doctora Gili durante un simposio organizado por Lundbeck.


"Identificar las causas del cuadro, evaluar los síntomas depresivos específicos que padece y los síntomas residuales, realizar un plan individual conseguir aumentar la adherencia", receta el doctor Gutiérrez Rojas.


Por otra parte, los expertos cuestionan la relación directa entre el aumento de los suicidios y la depresión. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que desde 2008, cuando la crisis comenzó a golpear con toda su crudeza, el número de suicidios en España ha aumentado de forma paulatina.


Hace ocho años, 3.421 personas decidieron quitarse la vida; en 2014 fueron 3.919. Un incremento que ha coincidido con la mala coyuntura económica y con sus posibles repercusiones en la salud de los pacientes. "No ha habido más casos por la crisis", asegura el doctor Gutiérrez Rojas. "Lo que sí que se ha producido es un aumento de las primeras consultas", añade el doctor.


El motivo de este incremento hay que buscarlo en la forma de contar este tipo de fallecimientos. Hasta el año 2013, el INE se basaba en las informaciones que le facilitaban las comunidades autónomas. Estas, a su vez, tenían los datos de los hospitales. "Pero muchos, por cuestiones de costumbre, no lo dicen. Hay que recordar que en la época franquista, era delito morirse por un suicido", recuerda el profesor Álvarez. En consecuencia, los datos que manejan las diferentes consejerías no son completos.


Pero hace tres años, la Comunidad de Madrid decidió cambiar el método de recolección de datos. Además de recogerlos de los centros hospitalarios, llegó a acuerdos con el Instituto de Medicina Legal para que les suministrara directamente los datos de los fallecimientos.


Por este motivo, se ha producido una subida, y seguirá creciendo, ya que otras comunidades como Cataluña van a optar por el modelo madrileño. Esto provocará, como señala el doctor Álvarez, que el suicidio continúe como la primera causa de muerte externa, por encima de los accidentes de tráfico. "Esa distancia va a tener que ir aumentando. En Alemania, la diferencia es mucho mayor", explica el doctor.

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