¿Padecer celiaquía o sensibilidad al gluten?

Expertos piden diferenciar el trastorno, que requiere abstinencia total, de la hiperestesia.

El 27 de mayo es el Día Nacional del Celiaco.
El 27 de mayo es el Día Nacional del Celiaco.

En España se estima que el 75 por ciento de la población celiaca está sin diagnosticar pero los expertos piden diferenciar este trastorno, que exige una abstinencia de gluten total y de por vida, de la sensibilidad al gluten no celiaca, que tan solo requiere una dieta baja en esta proteína.


Con motivo del Día Nacional del Celiaco que se celebra este viernes, 27 de mayo, la doctora María del Mar Calvo, especialista en Aparato Digestivo de IMQ, reconoce que "todavía no existe ninguna prueba diagnóstica que permita identificar a los pacientes no celiacos con sensibilidad al gluten", tan sólo el descarte de un diagnóstico de celiaquía y la comprobación de la mejora de los síntomas tras la retirada del gluten de su dieta.


Entre los síntomas que también presentan las personas con sensibilidad al gluten no celiaca se encuentran el cansancio, pesadez, astenia, dolor, pérdida de peso y apetito, y distensión abdominal.


La diferencia entre ambos trastornos, sin embargo, "es fundamental", según ha destacado García Calvo, ya que "si el paciente es celiaco debe hacer de manera permanente una dieta totalmente libre de gluten y los pacientes con sensibilidad al gluten no celiaca pueden, sin embargo, tolerar de manera esporádica cantidades pequeñas de gluten".


Además, en el caso de los pacientes diagnosticados de enfermedad celíaca, el gluten puede provocar un daño en la mucosa intestinal y algunos estudios apuntan a que este daño "puede generar un mayor riesgo en este colectivo de desarrollar tumores de intestino delgado".


Ante la presencia de síntomas el especialista tiene primero que determinar la sospecha de enfermedad, mediante una completa historia clínica y determinados análisis. "A partir de ahí, el proceso de diagnóstico se va ajustando para determinar la presencia o no de la enfermedad y, en su caso, a qué tipo pertenece", ha explicado.


En la última etapa, por ejemplo, se cuenta con la determinación de la biopsia duodenal y se puede llevar a cabo el recuento los linfocitos intraepiteliales en el duodeno en fases iniciales cuando la enfermedad no está muy desarrollada.


Asimismo, es necesario descartar la existencia de otras causas como, por ejemplo, el 'Helicobacter pylori', ingesta de antiinflamatorios no esteroideos (AINES) o sobre-crecimientos bacterianos, según asegura esta experta.


La ayuda de la genética

Del mismo modo, en los últimos años la genética permite aportar más datos sobre estos trastornos ya que, por ejemplo, se ha visto que los pacientes homozigotos para marcador genético HLA-DQ2 son más susceptibles de tener la enfermedad, si bien por el momento no se puede diagnosticar a un paciente sólo por un estudio genético.


"Aunque el HLA-DQ2/DQ8 es un requisito para el desarrollo de la enfermedad, cabe destacar que alrededor del 30 o el 40 por ciento de las personas sanas son positivas para estos marcadores genéticos.

Por lo tanto una positividad aislada tanto de HLA-DQ2 como del DQ8 no es diagnóstico de la enfermedad", ha explicado.


Del mismo modo, la genética también puede ayudar a detectar a familiares de un paciente a través del alto valor predictivo negativo de los marcadores genéticos HLA-DQ2 y HLA-DQ8.


"Si la prueba genética a los familiares sale negativa, es fiable en el 99,4 por ciento de los casos", ha explicado.


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