La OMS presenta unas directrices para tratar las secuelas de la ablación

Reitera la importancia del personal médico para la erradicación de esta práctica.

Más de 200 millones de mujeres y niñas en el mundo han sufrido mutilación genital femenina o ablación, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó este lunes unas directrices para tratar sus secuelas.


Es la primera vez que se elaboran unas indicaciones para atender a las afectadas por esta mutilación, a la que se exponen más de tres millones de mujeres y niñas cada año.


La mutilación genital femenina o ablación supone la eliminación parcial o total de los genitales externos de las mujeres, lo que provoca dolor y sangrado que incluso puede causar la muerte.


En el caso de mutilación conocido como infibulación, se seccionan partes de los genitales y también se cosen los labios por lo que sólo se deja una apertura para la orina y el sangrado menstrual, lo que puede provoca la muerte durante el parto.


Y es que al dar a luz, las madres corren riesgo de morir desangradas y los bebes pueden fallecer al quedar bloqueados.


A largo plazo las mujeres pueden sufrir disfunción sexual, infecciones urinarias o problemas psicológicos como depresión, ansiedad o síndrome postraumático.


Para la OMS es un problema de salud pública global, que tiene especial prevalencia en 30 países de África y algunos de Asia, pero que debido al aumento de la inmigración se están dando cada vez más casos en países de Europa y Norteamérica.


La guía está dirigida aquellos que traten con mujeres y niñas que hayan sufrido la mutilación, y se basa en "dos principios innegables", según la experta del departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS, Lale Say.


"Las directrices se han elaborado teniendo en cuenta que la mutilación es una práctica perjudicial que tiende a provocar gran cantidad de complicaciones y que supone una negación al pleno ejercicio de los derechos humanos de las mujeres", dijo Say en rueda de prensa.


Dichas directrices incluyen practicar la "desinfibulación" para evitar y tratar complicaciones obstétricas, facilitar el parto y prevenir problemas urinarios; dar apoyo psicológico y terapia; asesorar sobre la disfunción sexual femenina; e informar a aquellas que hayan sufrido la mutilación sobre los anteriores tratamientos para mejorar su calidad de vida y su estado de salud física y mental.


Doris Chou, también experta del departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS reiteró la importancia del papel del personal médico para la erradicación de esta práctica, especialmente ante los cada vez más comunes casos de "medicalización" de la ablación.


"Las propias familias se dan cuenta de las complicaciones que se pueden dar durante la mutilación, por lo que acuden al personal sanitario más cercano y les piden a ellos que la realicen", explicó Chou.


Y agregó, "el trabajador, al encontrarse en la misma comunidad o en el mismo entorno cultural puede tener dificultades a la hora de oponerse... por ello creemos que con entrenamiento y apoyo el personal sanitario puede ser un importante agente del cambio en las comunidades, negándose a practicar dicha ablación".


Asimismo, Chou señaló que las directrices serán de gran ayuda al personal sanitario de países occidentales, cada vez más expuestos a enfrentarse a casos de ablación entre la población inmigrante y, que sin embargo, no cuentan con conocimiento específico de cómo tratar a las pacientes. 


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