"Como sanitario, tenía la inquietud de ayudar a los demás. Así partí rumbo al Chad"

El cooperante de Ilumináfrica David Morer, de 31 años, reservó parte de sus vacaciones en 2014 para partir rumbo al Chad en una expedición solidaria de Ilumináfrica.

El enfermero David Morer (i) y otros cooperantes en el hospital de San Joseph de Bebedja.
El enfermero David Morer (i) y otros cooperantes en el hospital de San Joseph de Bebedja.

El enfermero zaragozano David Morer estaba ya cansado de oír a sus compañeros de quirófano lo "gratificante" que era viajar como cooperante al Chad cuando se contagió del entusiasmo solidario de aquellas historias, dejó atrás sus miedos y sacrificó 15 días de sus vacaciones para ir a operar a esta parte de África. La principal razón: satisfacer esa necesidad de ayudar que, en cierto modo, es intrínseca a su profesión. "Por lo general, todos los sanitarios tenemos la inquietud de ayudar a los demás, y si sabes que en el Chad lo tienen bastante más difícil, el impulso es mayor", confiesa.


Así fue como en enero de 2014 partió rumbo al Chad con otros voluntarios de la asociación Ilumináfrica en una expedición de 15 días que tiene por objeto impulsar la atención oftalmológica en el hospital de San Joseph de Bebedja. "El trabajo que hacemos allí no es comparable al que pueda hacerse aquí en España. Allí doblamos jornadas y se trabaja muy duro para atender en ese corto periodo de tiempo al mayor número de chadianos que acuden al centro tras hacer un llamamiento por radio", explica este cooperante.


Un mensaje difundido a través de la radio local pone en aviso a la población chadiana de la llegada de estas expediciones solidarias que desembarcan unas tres veces al año en el hospital de Bebedja. A partir de ese momento, relata David: "hay gente de poblaciones lejanas que recorre más de 100 y 200 kilómetros a pie para poder mirarse la vista. Muchos de ellos, con problemas de salud bastante graves".


Él y otros voluntarios se encargan de organizar la consulta y preparar los quirófanos para empezar a operar lo antes posible, una vez instalados en la zona.


Por la mañana es el turno de las consultas, en las que programan todo tipo de cirugías para intervenir a los pacientes que las necesitan en horario de tarde. Pero a pesar de toda la ayuda y los recursos materiales y humanos donados, Morer reconoce que las cosas allí no son fáciles y asegura que en ocasiones funcionan con mucha incertidumbre. "Una de las primeras cosas que se hizo desde la asociación fue llevar aparataje médico similar al que se tiene aquí, pero todo lo demás es bastante obsoleto y arcaico. Las instalaciones eléctricas a veces fallan y hay veces que te ves operando un ojo con una linterna en vez de con la luz de un microscopio", cuenta.


Son situaciones difíciles a las que él y otros voluntarios han tenido que adaptarse con profesionalidad y un gran espíritu solidario para acercar la cultura médica a quienes de otra forma tendrían muy complicado acceder a ella. "Aquí en España la gente cuando va al médico lo hace con el derecho a disponer de esa atención sanitaria. Allí la sensación que tenemos es muy distinta. Ves que todo lo que puedas hacer es completamente excepcional para ellos porque su situación es mucho más complicada".


Por ese motivo, él es ahora quien recomienda a otros sanitarios involucrarse en esta experiencia "gratificante" que va más allá de satisfacer una inquietud médica. "La relación con la gente y los enfermeros de allí, el ambiente, ese día a día tan distinto… Es todo un compendio de cosas lo que de la noche a la mañana te empujaría a volver nuevamente", concluye este voluntario.


- Participa en el I Concurso de microrrelatos solidarios Ilumináfrica.

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