​De la tripa cervecera a las dietas milagro, falsos mitos

La FIAB pretende poner freno a la aparición de esos mitos alimentarios.

Imagen de una persona obesa
​De la tripa cervecera a las dietas milagro, falsos mitos
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El auge de las "dietas milagrosas", los métodos rompedores cargados de promesas y la inabarcable capacidad de internet para fomentar leyendas urbanas han propiciado la aparición de ciertos mitos relacionados con la alimentación que en muchos casos distan en gran medida de una sólida base científica. La "tripa cervecera", la vinculación del consumo de huevo con el aumento del colesterol o el éxito de las dietas hiperproteicas que denostan el consumo de carbohidratos son algunos de los ejemplos más evidentes de este fenómeno.


Por todo ello, la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), de la mano de la directora de su unidad de nutrición, Carolina Muro, pretende poner freno a la aparición de estas verdades absolutas con pies de barro. Tradicionalmente se ha asociado el huevo al colesterol pero lo que poca gente conoce es que este producto posee un fosfolípido, la lecitina, que puede incidir positivamente disminuyendo la absorción de colesterol.


Por su parte, la tripa cervecera poco tiene que ver con la tradicional caña, ya que el aumento de grasa abdominal -más habitual entre los hombres- se debe principalmente a una alimentación desequilibrada y a un estilo de vida sedentario, más allá del consumo moderado de cerveza. Otro de los mitos habituales, ¿el pan engorda? Según Carolina Muro esta es otra de las falsas verdades más extendidas ya que además la miga engorda menos que la corteza en igualdad de peso y el pan tiene un gran poder saciante.


En los últimos años la carne de cerdo ha pasado de ser parte esencial de la dieta mediterránea a un producto demonizado. Según los expertos, este tipo de carne posee muy poca grasa -a excepción de los embutidos- y resulta una fuente esencial de proteínas, clave para una dieta equilibrada y saludable. Por otra parte, un aumento de las horas de sueño nunca conlleva un incremento del peso puesto que el metabolismo basal, que supone un 60% del gasto calórico, sigue a pleno rendimiento durante el sueño, que además influye en la leptina y la grelina, las hormonas que regulan el apetito.

Dietas equilibradas y actividad física

La nutricionista recomienda asimismo evitar las dietas hiperproteicas, ya que el proceso de metabolización de las proteínas resulta mucho más complicado y un exceso puede producir daños en el hígado y los riñones a largo plazo, además de ocasionar cansancio y pérdida de energía a corto plazo, puesto que los carbohidratos se asimilan con mayor rapidez y deben consituir en torno al 50% de una dieta equilibrada, frente a un 15% de proteínas.


Según Carolina Muro, lo más recomendable es dedicar entre siete y nueve horas diarias al sueño, ya que cada nueva hora reduce hasta un 36% el riesgo de sobrepeso, además de distribuir la alimentación en cinco comidas al día, con entre el 20 y el 25% de la ingesta calórica en el desayuno, un 10% en el almuerzo, el 30% durante la comida, otro 10% en la merienda y por último, entre un 20 y un 25% en la cena. A todo ello se debe añadir un incremento de la actividad física, ya que el sedentarismo es el principal impulsor de la obesidad actualmente.


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