"Si los fármacos de hepatitis costasen como aspirinas no hablaríamos de esto"

El hepatólogo Joan Rodés, coordinador de la estrategia nacional para el abordaje de la hepatitis C, reconoce que dichos medicamentos son "excesivamente caros".

El hepatólogo Joan Rodés (i) junto al ministro de Sanidad, Alfonso Alonso (d).
"Si los fármacos de hepatitis costasen como aspirinas no hablaríamos de esto"
Efe

El hepatólogo Joan Rodés, en cuyas manos el Ministerio de Sanidad ha puesto la coordinación de la estrategia nacional para el abordaje de la hepatitis C, reconoce que si el precio de los nuevos fármacos contra esta enfermedad fuera el de la aspirina "no estaríamos hablando de esto".


Y es que, en una entrevista, este experto considera que son "excesivamente caros". De hecho, el tratamiento cuesta unos 25.000 euros, aunque Sanidad sigue negociando para intentar rebajar el precio. "Espero que algo se pueda hacer".


"En cierta medida, es como sentirse con la miel en los labios", lamenta respecto a la polémica surgida en torno a la administración de unos fármacos cuya tolerancia es muy buena, tienen pocos efectos secundarios, se administran de forma cómoda por vía oral y, combinados, son mucho más eficaces, dependiendo del genotipo del virus.


Además, se ha constatado que su empleo en pacientes con fibrosis no cirróticos consigue una eliminación del virus de hasta un 95%, mientras que en los que tienen cirrosis es del 85%.


Cuando se le pregunta si en base a estos datos, no cree que habría que dar los nuevos medicamentos a todos los pacientes aunque no tengan cirrosis como piden los afectados, responde que "hay que ser muy prudentes".


Su consejo es "no nos agobiemos", porque hay que tener en cuenta que cuando una persona se infecta, en un 20% de los casos elimina el virus de manera espontánea y en el otro 80% que se cronifica, pasan años, a veces, hasta que la lesión empieza a ser agresiva.


Por ello, "habrá que tratar en primer lugar a los que estén más graves y lo necesiten más, en tanto que los otros tienen que esperar".


Esto significa que deben recibir los nuevos tratamientos los pacientes con cirrosis y los que, sin ser cirróticos, tengan fibrosis intensa.


Y el resto, serán tratados cuando lleguen a esa fase. "Los pacientes llevan 30 o 40 años infectados, no es cuestión de días".


No obstante, admite que si él tuviese el virus "pensaría" como los afectados, a la vez que pregunta que "si hay dos millones de infectados ¿cómo lo hacemos, si no hay médicos para esto?".


Y es que, para este especialista, la crisis generada en torno a estos tratamientos, no es tanto un problema económico como de falta de personal médico. "¿Cuántos hepatólogos hay en España?, muy pocos", señala.


Realizar el diagnóstico, indicar el tratamiento y hacer el seguimiento requiere de una infraestructura que no todos los hospitales tienen y que es necesaria para que "el paciente sea tratado con seguridad".


Con el objetivo de que los enfermos puedan beneficiarse cuanto antes de los tratamientos de nueva generación, la comisión encargada de determinar los criterios, que se creó ayer, empezará a trabajar mañana mismo.


El doctor Rodés se ha comprometido en tener listo un borrador en tres semanas. Y según adelanta, "pueden cambiar bastante todas las indicaciones terapéuticas".


Para ello, lo más importante es conocer la "epidemiología" de la enfermedad: cuántos pacientes hay, cuántos no están diagnosticados y cuántos reciben tratamiento, unos datos que no se conocen y que deben facilitar las comunidades autónomas.


"Si no tenemos esa información, ¿cómo podemos saber qué debemos hacer?".


Preguntado si gracias a la presión de los afectados, que se han unido en una plataforma, se han encerrado en un hospital y han salido a la calle, el Ministerio ha reaccionado, responde: "Sin lugar a dudas".


Al menos, "esa apariencia la tenemos todos, yo el primero". Ahora bien "si ha ido así o no, no lo sé, lo único que sé es que la semana pasada me llamaron para ver si quería liderar este lío", bromea.


Sin querer entrar en polémica, cree que el hecho de que estemos en periodo preelectoral puede ser "un estímulo para iniciar una lucha de tipo político" en torno a este asunto, lo que, a su juicio, "no es bueno para los pacientes, porque se confunde todo".


Frente a los que critican su elección para coordinar la estrategia al asegurar que asesora a la industria farmacéutica, el doctor Rodés asegura tajante: "No soy consejero de nadie y nunca he tenido salario de Farmaindustria". "Tengo sueldo de jubilado". 


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